Monday, November 07, 2011

México, fines del año 2011.




Vivo en México, un país que no se encuentra en el borde del abismo...




Tras 50,000 muertos en los últimos 4 años, quisiera saber quien se atrevería a rebatir que este país se encuentra ya en el abismo. Sumido en uno de sus peores escenarios históricos desde su aparición formal como país independiente en 1821.




Es increíble que tan lejos pueden ir las consecuencias de dejar en el poder a un personaje oscuro, gris, carente de inteligencia. La antítesis misma de un estadista.




En el transcurso del los últimos 4 años, su triste estrategia de gobierno, que desde el inicio del mismo ha sido siempre la mísma, ha conducido al país entero a la catástrofe.




México, en el momento actual, es el infierno mísmo.




Corroído desde sus entrañas por la corrupción en todas las esféras del gobierno, conducido a una guerra innecesaria y estúpida (Lo cual es una anacronismo innecesario, ya que toda guerra es estúpida por definición) que ha costado hasta el momento actual un número aproximado de 50, 000 mil muertes, Mexico es actualmente un país sin rumbo ni dirección.








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¿Quien pidió una guerra?




“Si se quiere anular una pirámide de números en relación serial, se altera o seelimina el número base. Si queremos aniquilar la pirámide de la droga, tenemosque empezar por la base de la pirámide: el adicto de la calle. , y dejarnos dequijotescos ataques a los llamados “de arriba”, que son todos reemplazables deinmediato. El adicto de la calle que necesita la droga para vivir es el únicofactor insustituible en la ecuación de la droga. Cuando no haya adictos quecompren droga, no habrá tráfico. Pero mientras exista necesidad de droga, habráalguien que laproporcione.”-


ElAlmuerzo Desnudo


–William S. Burroughs




Esta verdad, tan indudablemente certera para cualquier persona con la mente abierta, está escrita en el Almuerzo Desnudo de Burroughs, desde hace más de 50 años.


El precio de no leer es demasiado elevado.


México se encuentra actualmente bajo la batuta de un gobierno inoperante, corrupto y autista.


Trístemente, tras casi 5 años, este gobierno no ha frenado la guerra contra el narcotráfico, una falacia oficial que se ideó en un inicio como una bandera de campaña, destinada a desviar la atención de los problemas reales que imperan en este país.


Toda la evidencia ante nuestros ojos nos demuestra que la estrategia actual de guerra, en contra del narcotráfico, en el más simple de los casos es inservible.


A pesar de eso, el costo de tener en la presidencia a un inepto e iletrado personaje, nos sigue costando día a día el que la sociedad méxicana se vaya derruyendo lentamente como ocurre en cualquier población humana expuesta a la violencia cotidiana.


Pero ¿Contra quien estamos peleando?


¿Quienes son los 50,00 muertos y contando?


¿Que implica el simple hecho de pronunciar en público la pálabra más infame de nuestro vocabulario?


¿Quien pidió una Guerra en México?


La respuesta no es tan simple como decir que nadie lo hizo. El hecho de que el país se encuentre en el actual nivel de violencia y confusión viene siendo el escenario ideal para que los políticos más conocidamente corruptos tomen las riendas de las verdaderas cuestiones vitales que debemos resolver.


A decir, la educación.


El día de hoy, la educación de este país se encuentra fírmemente dirigida por una política conocidamente corrupta. Un parásito infernal que año tras año no solo se niega a morir sino que toma más fuerza.


Elba Esther Gordllo.


La libertad de expresión.


El país se encuentra asqueado por el ínfimo nivel cultural que las dos grandes televisoras le entregan día a día a su auditorio. Pan y circo. Poco pan y mucho circo. Esa es la fórmula oficial que rige la libertad de expresión en este país, o su ausencia de facto.


Televisa y TV Azteca es el nombre de las dos grandes televisoras nacionales.


El costo del derrumbe social de este país recae en su actual gobierno, y su frenética e irrefrenable estrategia de acción en contra del crimen organizado.


En casi 5 años, no recuerdo una sola vez que nuestro actual presidente o cualquiera de sus subalternos, hayan mencionado en público el tema de la adicción como un problema de salud pública. O que se haya pronunciado en algún discurso oficial el tema del adicto como un paciente, que debe ser rehabilitado.

En su lugar se ha recurrido a la burda estragia de equiparar el término adicto a delincuente, en vez de lo que realmente es: Un paciente, acosado por una enfermedad.

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