Wednesday, June 30, 2010

el recuerdo de la ausencia




La única muerte verdadera es el olvido. Nuestro paso por este mundo es breve, apenas un suspiro. Nuestra desaparición material es el fin de todas las cosas en cuanto a que no creo que exista nada más allá. Pero nuestra ausencia física no significa que estemos destinados a desaparecer del todo.



Dejando a un lado a nuestra descendencia, o a la posible obra que dejemos, creo que lo único que le da un sentido a nuestro fugaz paso por este mundo son las memorias y los instantes que dejamos impresos en la mente de las personas que tenemos a nuestro alrededor.



Creo yo que perdemos el tiempo temiéndole a la muerte. La muerte nos acompaña durante todo nuestro trayecto. A veces la ignoramos. A veces nos preocupa. En algún momento nos hacemos conscientes de su presencia y del irremediable destino que representa, y por un momento corremos el riesgo de sentirnos solos y desamparados.



En un mundo sin Dios y sin una luz al final del túnel, cuando nos llega el momento de ver a la muerte a los ojos, la primera pregunta que nos asalta es como encontrarle un sentido a nuestra vida, cuando la esencia misma de esta parece oponerse a que lo tenga.



Dios le da un sentido a nuestra existencia. Nos hace sentir especiales. La vida eterna parece un aliciente válido para todos nuestros esfuerzos y un consuelo necesario para nuestras tantas otras penas. Sería maravilloso que las cosas fueran tan fáciles. Pero lo cierto es que parece mucho más probable que todo el concepto de un Dios creador que vela por nosotros y la vida eterna que nos ofrece al final de nuestra jornada sean más una salida fácil, producto de nuestro mismo miedo y soledad, que una existencia real externa e independiente a nuestra mente.



¿Que es lo que nos queda entonces? La opción de creer siempre está abierta y no pretendo juzgar a aquellos que deciden tomar esa ruta. Es más cómoda y acogedora, y la opción de abandonar a Dios parece en un principio un aterrador salto al vacío que nadie en su sano juicio parecería querer como elección.



Sin embargo, lo cierto es que la realidad es una, y esta -lamentablemente- no tiene la mínima obligación de resultarnos agradable de ninguna forma.



Al vernos entonces en el espectro de un mundo sin Dios, y pasando el terror momentáneo que nos invade en un principio -y que nunca se va por otro lado, pero disminuye de intensidad- nos vemos obligados a replantearnos las cosas y tratar de buscarle un sentido a nuestras vidas dejando a un lado los consuelos fáciles pero inconsistentes.



Entramos entonces en un humilde terreno en el que los detalles aparentemente fútiles e irrelevantes comienzan súbitamente a cobrar un valor especial y cada vez mayor.



Tal vez sea cierto -y lo es- que nuestra existencia es en esencia algo irrelevante cuando la observamos bajo la lente de una escala de tiempo lo suficientemente grande. Pero es precisamente entonces -cuando nos damos cuenta de ese hecho- que debemos aprender a ser humildes y echar mano de los más pequeños y aparentemente triviales detalles de nuestra vida para tratar de edificarle un sentido y propósito, aunque sea solo ante nuestros ojos.



El tratar de ser feliz me parece un buen inicio aunque no sea hablar de poco, ya que como es bien sabido, es esta la más dificil tarea de todas y en ella inician y terminan las alegrías y penas de todos nuestros esfuerzos terrenales.



Quizá aún más importante que esto sea el tratar de hacer felices a las personas que fugazmente se cruzan en nuestro camino a cada paso que damos. Esos seres tan insignificantes y valiosos a un tiempo como nosotros, tan confundidos y solos, tan desamparados y desprotegidos, que casualmente pasan sus vidas en nuestra misma escala temporal, dándonos la irrepetible oportunidad de compartir unos años, unos meses, unos días, una tarde o una noche.



El recuerdo de un buen momento, el socorro en un problema, el consejo en un dilema, el consuelo en una pena, la impresión de nuestras palabras y nuestros actos en la vida de alguien más, es en esencia lo que tenemos para edificarle un propósito a nuestra vida.



No es mucho pero es todo y lo mejor que tenemos.

Monday, June 28, 2010

el otro fundamentalismo


"Esta será una lucha monumental del bien contra el mal"

George W. Bush
- Declaraciones emitidas antes de la Invasión a Irak en 2003-

"Esta manifestación es contra el terrorismo. El terrorismo de Estados Unidos. Los estadounidenses arrestan y matan a mujeres y a niños. Insultan a las personas mayores y asesinan a los jovenes. El terrorismo es Estados Unidos."
Ciudadano Iraquí
- Entrevista cedida durante una manifestación posterior a la invasión de Irak por la administración de George W. Bush -

Cuando se trata de hablar de fundamentalismo religioso, inmediatamente todos dirigen su mirada hacia el oriente medio y el mundo musulmán. Y si bien es cierto que éste constituye el ejemplo más visible e indefendible del aterrador espectro del fundamentalismo, lo cierto es que existen otros ejemplos en muchas otras regiones del mundo del mismo fenómeno, que no por ser menos publicitados y mencionados, dejan de ser focos rojos para el surgimiento de movimientos peligrosos en un futuro no tan lejano.

El mundo musulmán resulta el ejemplo mas obvio de este peligroso fenómeno por más que obvias razones. Recurriendo a las raices mismas del término, el fundamentalismo religioso se refiere a la tendencia de interpretar literalmente aquello que está escrito en los supuestos "libros sagrados" como la norma que rige todos y cada uno de los aspectos de la vida de sus respectivos creyentes.

El Islam, como casi ninguna otra religión del mundo, tiene esa tendencia a interpretar de forma estrictamente literal las "enseñanzas" de ese mamotreto medieval al que llaman Corán con resultados frecuentemente horrendos. Libro atroz como pocos, el Corán es un compendio insufrible de maldad y estupidez humana que no vale la pena ni como tema de conversación. Sin embargo, tal y como frecuentemente sucede con este tipo de libros espantosos pero innegablemente peligrosos, debemos permanecer siempre alertas ante la imparable expansión del fundamentalismo islámico y hacer lo que humanamente esté a nuestro alcance por detenerlo, haciendo uso de medios pacíficos y racionales.

No resulta sorprendente que el mundo occidental se horrorice al observar las lapidaciones de mujeres adúlteras en Irán, o la amputación de manos a los ladrones en plazas públicas de Afgánistán. Resulta entre cómico, rídiculo e indignante lo que pasó hace unos años con la publicación de esas trístemente celebres historietas que retrataban a Mahoma por parte de un periódico danés, y la repercusión que ese hecho aparentemente trivial tuvo en el mundo musulmán. Como habrá de recordarse, se quemaron banderas danesas en todos los países islámicos, se incendiaron embajadas -no solo danesas sino de otros países europeos que nada tenían que ver con las historietas- y se asesinaron cristianos en nombre del honor del profeta Mahoma, ese paedófilo criminal, asaltante de caravanas, que en el siglo VII DC tuvo a bien fundar esta abominable religión. Se pidió a Dinamarca en repetidas ocasiones que se disculpara públicamente por la grave ofensa perpetrada (¿Disculparse de que? ¿En donde esta la grave ofensa? ¿Porque tendría que disculparse un país occidental con derecho a la libertad de expresión ante otro, simplemente porque éste último aún se rige bajo leyes medievales? ¿Es acaso eso culpa del país occidental en cuestión?)

En pocas palabras, la barbarie, la estupidez y la profunda ignorancia que alimenta el fundamentalismo islámico es indefendible desde cualquier punto de vista. Es éste uno de los principales focos rojos que amenazan la paz de este siglo y como dije antes, por más irrisorios y ridículos que nos parezcan sus preceptos, no podemos darnos el lujo de ignorarlos, cruzarnos de brazos y esperar que esta ideología medieval, misógina, homofóbica e intolerante continue prosperando sin freno alguno.

Dejando momentaneamente a un lado al islám -o por ser más específicos, al fundamentalismo islámico o islamismo, o teocracia islámica- me interesa referirme a otros ejemplos de fundamentalismo religioso mucho menos publicitados pero potencialmente igual de aberrantes y peligrosos que el islámico.

Resulta muy cómodo para el mundo occidental el etiquetar al islám como el máximo villano a combatir y perder de vista los ejemplos que tiene en casa.

Habremos de recordar que todas las religiones del mundo - o por lo menos la inmensa mayoría de ellas- tienen dentro de sí mismas la semilla para la aparición del fundamentalismo y la intolerancia. El islam no es un caso aislado. En las religiones, esto no es la excepción sino la norma.

Si aceptamos como cierto el hecho de que el fundamentalismo religioso más peligroso en el mundo oriental es el que se está gestando en el Islam, habremos también de aceptar que la variante occidental más peligrosa del mismo fenómeno es la que actualmente se está desarrollando en los Estados Unidos de America.

Contrario a lo que podría pensarse del páis occidental más industrializado y económicamente poderoso del mundo, los Estados Unidos están lejos de encontrarse a la vanguardia cultural o educativa del mundo. Lejos de esto, en los últimos años -en particular en esos ocho insufribles años de la era de George W. Bush- se ha observado un notorio y escandaloso retroceso en las relaciones entre la ultraderecha cristiana y la política estadounidense, así como en los programas educativos de dicho país, continuamente amenazados por la ignorancia de líderes cristianos que insisten en inmiscuirse en areas que no son de su competencia y en las que nada tendrían que intervenir.

Irán y el resto de los países musulmanes no son los únicos estados del mundo que se inclinan por la teocracia -probablemente el peor sistema político imaginable de todos cuantos se conocen- a la hora de tomar decisiones importantes y obtener el apoyo de sus pueblos para la consecución de sus metas. Los Estados Unidos de America también lo han hecho desde su fundación y hasta nuestros días. A pesar del ateísmo y la absoluta inclinación por un estado laico por parte de los padres fundadores de los Estados Unidos -Estados Unidos, no Ámerica ni Norteamérica-, en innumerables ocasiones los estadounideses han recurrido a Dios y a la religión para promover sus planes expansionistas y obtener el apoyo del pueblo para la guerra. No es ningún secreto que un sustancial porcentaje de líderes políticos estadounidenses pasados y presentes -incluyendo por supuesto a innumerables expresidentes- han llevado a su pueblo a embarcarse en guerras e invasiones ilegales a países desprotegidos, movidos por la convicción de que su país se encuentra del alguna manera predestinado por Dios para conducir el destino del mundo.

El aparentemente inocuo "In God we trust" impreso en todos los billetes de dólar es una frase que esconde en sí misma una peligrosa enseñanza acerca de la concepción que una sustancial parte de la población estadounidense tiene del nacimiento y destino de su país.

Basta recordar que George W. Bush afirmó en alguna ocasión que Jesús mismo le ordenó la invasión de Irak, y que confiaba ciegamente en que Dios le apoyaría en la justicia de su causa (Es una pena que Dios haya omitido decirle que no existían armas de destrucción masiva en ninguna parte de Irak, pero ya se sabe que Sus designios son misteriosos)

Así pues ¿Existe alguna diferencia entre las delirantes razones que esgrimió Bush para justificar la invasión de Irak con el contenido del discurso de cualquier imán musulmán alentando a su pueblo a llevar a cabo la sagrada jihad? En esencia el contenido y la ideología es la mísma, con la diferencia de que quien pronunció la primera alocución contaba para ese momento con el control del ejercito más grande y poderoso del mundo, así como con el apoyo casi incondicional de su pueblo -el país económicamente más poderoso del orbe.

El fundamentalismo religioso de la ultraderecha cristiana estadounidense es igual de peligroso que su contraparte islámico y la creciente influencia que ésta tiene en el control de los movimientos de su gobierno es una amenaza que no nos puede pasar inadvertida. Una excesiva influencia de grupos fundamentalistas religiosos -sea de la religión que sean y aqui poco importa si son musulmanes, católicos, cristianos o judíos- en el funcionamiento de un gobierno tan poderoso como el estadounidense constituye una amenaza gigantesca a la paz y estabilidad del mundo.

Aqui tenemos que agregar otro ingrediente a este caldo de cultivo para el desastre al recordar que la inmensa mayoría de la población estadounidense se encuentra actualmente sumida en el analfabetismo científico y un nivel cultural de conocimientos ínfimo. En El mundo y sus demonios, el brillante Carl Sagan divulgaba los escandolosos resultados de encuestas aplicadas a estudiantes y otros ciudadanos promedio estadounidenses en donde quedaba a la luz, entre otras cosas, que la gran mayoría de ellos eran incapaces de ubicar a Japón en un mapa o en establecer si la tierra giraba alrededor del sol o era éste el que giraba alrededor de la tierra.

A pesar de los años transcurridos trás la publicación de este libro, las cosas no han variado mucho, y en algunos sentidos incluso han empeorado aún más. Como ejemplo de esto solo nos basta con recordar el éxito que han tenido los llamados creacionistas en su intento por frenar la enseñanza de la evolución y la selección natural darwiniana en las escuelas y sustituirla por la doctrina bíblica que establece que los primeros seres humanos fueron Adán y Eva, que éstos fueron creados a imagen y semejanza de Dios, y que el universo fue creado en los siete días del cuento del Génesis, por lo que la edad de éste no son los 18 mil millones de años que establece la teoría del Big Bang, sino apenas unos seis mil años, ya que esa es la cifra resultante tras la suma de todos los patriarcas bíblicos hasta la fecha (¿Me preguntó quien fue el pobre infeliz al que le encargaron realizar esa suma?)

Así las cosas. Por más ridículos que nos resulten los preceptos que defienden los creacionistas, y por más indignantes que sean sus desesperados intentos por frenar el avance del conocimiento humano -especialmente si tenemos en cuenta que su arena de combate son las escuelas de enseñanza básica-, lo cierto es que en los últimos años han tenido un espectacular avance en su labor oscurantista, facilitada en gran parte por esos ocho recientes años de terror repúblicano.

Asi que ¿En donde se encuentra la diferencia de fondo entre el fundamentalismo islámico guiando las riendas de países musulmanes como Irán y Pakistán y el fundamentalismo cristiano inmiscuyendose en las más importantes decisiones de gobiernos occidentales tan poderosos como el estadounidense?

Sunday, June 27, 2010

odio y estupidez en la frontera



Los recientes crímenes de odio acaecidos en la frontera entre México y los Estados Unidos son un foco de alerta que no nos puede pasar inadvertido.

Hace pocas semanas se alzó cierto revuelo ante la difusión de un video que captura el momento exacto en el cual un mexicano grita desesperadamente en sus últimos momentos, al ser asesinado a golpes por miembros de la patrulla fronteriza.

Solo unos cuantos días después, otro acéfalo miembro de la misma organización consideró perfectamente racional y justificable contestar a una supuesta "agresión con piedras" desde el otro lado de la frontera desenfundando su arma e introduciendo una bala en el cráneo de su letal atacante, quien a la postre sería identificado como un niño de 14 años.

En las breves entrevistas que ofrecieron a los medios, los representantes de esta desprestigiada y aborrecible institución -la border patrol- que cada día parece esforzarse más y más en consagrarse como una auténtica vergüenza de la humanidad, no ofrecieron el menor atisbo de algo remotamente parecido a una disculpa, por lo que fue el evidente e injustificable asesinato de un adolescente "armado" con una piedra, a manos de un oficial de policía armado con un revolver.

De cualquier forma sabemos que la disculpa hubiera valido de poco, porque al final de cuentas el adolescente muerto está, pero hubiera sido el mínimo gesto de vergüenza en respuesta a lo que fue un innegable crímen de odio. Un asesinato repugnante perpetrado por un criminal miserable que en un mundo más justo que éste, debería estar en estos momentos tras las rejas.

Thursday, June 24, 2010

el grito y el silencio



"Dios es el silencio del Universo, y el hombre es el grito que da sentido a ese silencio"


- José Saramago

"Los cuadernos de Lanzarote"


Existe una abismal diferencia entre creer en Dios y creer en las religiones. Se tratan, muy a pesar de lo que digan los sacerdotes, de dos cuestiones completamente diferentes que no necesariamente deben ir juntas.


En diferentes momentos llegué a la conclusión de que no podía ser congruente con mi forma de pensar y creer primero en la validez de los sistemas religiosos, y en último término, en la existencia de Dios. O por lo menos en la existencia de un Dios antropomórfico, personal y emocionalmente satisfactorio y conveniente para nuestra salud mental como el que proponen la mayoría de las religiones organizadas del mundo.

Con el paso del tiempo, mis opiniones acerca de la religión, en particular acerca de la católica, con la cual tengo la desgracia de tener un mayor contacto, fueron pasando de la duda y el cuestionamiento a la indignación y la rabia.

Hoy por hoy no puedo exponerme a la petulante actitud con que los ministros religiosos pretenden imponer sus dogmas medievales sin la necesidad de aportar pruebas que sustenten sus teorías o entrar en un debate racional -como le es exigido a todos los demás-, sin experimentar náuseas en el intento.

Porque una cosa es respetar el derecho de toda persona a profesar una religión si así lo desea, y otra muy diferente es aprovecharse de esa misma libertad para imponer esas creencias dogmáticas personales en asuntos públicos, pretendiendo evadir la obligación de aportar pruebas y entrar en un verdadero debate de argumentos racionales, esgrimiendo la estúpida -e irracional- excusa de estar exento de dichos requistos, que le son exigidos a todos los demás, ya que eso sería atentar en contra de la libertad de culto.

Una cosa es que los sacerdotes y los creyentes en general apelen a la libertad -a la que curiosamente tanto han pisoteado en todas esas otras ocasiones en las cuales la libertad sirve a otra causa que no sea la suya- y otra muy dferente es que pretendan burlarse de mi inteligencia.

Wednesday, June 23, 2010

la inexistencia de la democracia



La democracia es un concepto que día a día se aleja más de la realidad.

Como un concepto que es, cambiante y sujeto a los dudosos intereses de los políticos en turno que se sirven de él, el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, hoy por hoy no es más que una concepción utópica que se utiliza para disfrazar lo que, de hecho, no es más que una oligarquía depredadora que se sirve de la voracidad del capitalismo en su variante actual -el neoliberalismo- para saciar sus intereses.

Como suele suceder, la culpa de esta situación es compartida tanto por los gobernantes que desvirtúan el término como por lo pueblos que así lo permiten.

El depositar una planilla tachada en una urna cada cuatro o seis años no convierte a un gobierno en una democracia.

Mientras la democracia es, o debería ser, un gobierno elegido íntegramente por la voluntad mayoritaria de todos y cada uno de los miembros de su pueblo, los gobiernos actuales son impuestos en la realidad por las invisibles e inexorables garras de los dueños del capital.

Cada vez con mayor frecuencia las costosísimas campañas electorales van convirtiendose en una puesta teatral cuidadosamente montada frente a los ojos del pueblo con el fin de disimular una verdad intolerable que barre desde sus cimientos la credibilidad de las democracias actuales: el hecho de que la elección de los personajes que rigen los puestos más altos y poderosos de la política no reside en la decisión emanada de la mayoría, sino en las secretas conversaciones entre bastidores de los altos empresarios, políticos y dueños de los grandes medios de comunicación.

Los representantes del supuesto gobierno por el pueblo y para el pueblo solo mantienen una breve conviviencia e interés en sus gobernados mientras duran esos meses de farsa conocidos más amigablemente con la acepción de campañas electorales. Una vez que éstas terminan, los políticos se olvidan de ellos por el resto de su mandato para dedicarse por entero a servir a la oligarquía que los colocó en su puesto.

El auténtico concepto de la democracia alberga la posibilidad de una forma de gobierno que tiene sus raices en la libertad, la igualdad y la justicia. Es además un concepto amplio que no se limita únicamente al sector de la política, sino que se extiende, o debería extenderse, a los sistemas económicos que nos rigen, así como a nuestro inalienable derecho a la salud, la educación y la cultura.

Si bien, en el simple campo de la arena política, nuestras frágiles democracias actuales apenás alcanzan a disimular su falsedad con el costoso y precario barníz de legalidad que les otorgan las campañas electorales, en el sector económico, la escandalosa falta de moralidad y escrúpulos del neoliberalismo que nos rige resulta tan insultante que ya no alcanza a ocultar su inmundicia a nadie que cumpla con el simple requisito de tener los ojos abiertos.

Muchos cínicos replicarán -no sin cierta razón- que la economía no esta obligada en absoluto a someterse a los más elementales cánones de moralidad y justicia. Resultaría sin embargo muy impopular pronunciar estas palabras en público, por lo cual este precepto es actualmente acatado sin resistencia pero en el más absoluto de los silencios.

Como actividad humana que es, la perversidad de las políticas neoliberales quedan irremediablemente expuestas cuando abandonamos el ámbito de los números y las estadísticas macroeconómicas y nos trasladamos al epicentro del infierno que ha desatado la incontrolada evolución -¿o involución?- del capitalismo: Basta con posar nuestros pies en los barrios pobres del tercer mundo, recorrer sus sucias e infectas calles, observar a sus niños esquivando el tráfico urbano, ganándose la comida del día con las pocas monedas que reciben de la caridad, o trabajando en lo que sea, en lugar de estar en una escuela. Basta con ver a sus jovenes desempleados, agonizando bajo la sombra de muerte del VIH. Basta con ver a sus ancianos terminar sus días desamparados, sin un techo bajo el cual cubrirse, expuestos diariamente a morir bajo el frío de la noche.

Es ahí a donde nos conduce el viaje final de las políticas macroeconómicas que nos rigen. Es ahí, y solo ahí, en donde deberían terminar posadas nuestras miradas. De donde deberían ser formuladas nuestras opiniones acerca del manejo de la economía actual.

Los medios de comunicación, por supuesto, nos tienen reservado un contra ataque diseñado para no observar -y por tanto cuestionar- el feroz rigor de la pobreza, así como la brecha insalvable que día a día divide cada vez más a los ricos de los pobres. Dicho contra ataque consiste simplemente en centrar nuestras miradas en el espectro opuesto de esta aplastante realidad: ese diminuto e insufrible círculo de millonarios y multimillonarios que explican la existencia de esos millones de seres humanos agonizando en la miseria. Ese espectáculo idiotizante con el que los medios masivos de comunicación nos ahogan día trás día esta bien para apagar nuestros cerebros por media hora, siempre y cuando no olvidemos que por cada uno de esos millonarios insolentes degustando una copa de Champagne con un diamante en el fondo, sentado en algún restaurante neoyorquino, existen miles o cientos de miles de seres humanos muriendo a consecuencia del cólera o el dengue en alguna olvidada parte de nuestro planeta en donde no existen cámaras de televisión. Los medios de comunicación, como simples negocios que son, venden a sus auditorios productos con un potencial atractivo mercadotécnico. La pobreza no vende. La pobreza no reditúa. No es sorpresa por tanto que nadie esté interesado en televisar la pobreza.

Retornando a nuestro punto de reflexión inicial ¿puede la democracia llamarse a sí misma con tal nombre sin tomar en cuenta la absoluta falta de libertad, igualdad y justicia detrás de la estructura económica que la sustenta?

La respuesta es sí: Puede llamarse a sí misma democracia bajo las circunstancias que le vengan en gana. Porque al fin de cuentas el término democracia se utiliza para darle un nombre a un concepto intangible y moldeable, como todos los conceptos que emanan de la inteligencia humana -o de la ausencia de la misma.

Cabe entonces hacerse la siguiente pregunta: ¿En algún momento de la historia ha exisitido en algún lugar del mundo un gobierno autenticamente democrático en el utópico sentido de la palabra? ¿O la triste realidad es que se trata tan solo de una gastadísima palabra utilizada desde siempre para ocultarle al pueblo la ineptitud de sus gobernantes y la voracidad de sus millonarios?

Lo cierto es que, hoy por hoy, la democracia existe tan solo como una palabra amigable que tiende a ser pronunciada con regularidad en los discursos políticos, en particular enmedio de tiempos electorales.

Depende únicamente de nosotros el convertir ese concepto abstracto en una realidad tangible, que hoy por hoy no existe. La democracia no es un fín en sí mismo, sino un medio. La oligarquía situada en la cima de la pirámide pretende vendernos la idea de que hemos alcanzado el más alto y perfecto sistema político que podríamos tener -por más que la realidad frente a nuestros ojos nos convenza de otra cosa. Esta idea es una mentira por partida doble: No hemos llegado a ese sistema perfecto. Y aún cuando así lo fuera, esto no sería un motivo para cruzarnos de brazos, esperando de alguna forma a que el resto de nuestra historia se conduzca como por arte de magia hacia la felicidad. Si algún día llegamos a construir un verdadero estado democrático, este desaparecerá en el mismo instante en que nos crucemos de brazos, contemplando nuestra creación como si éste fuera el último fín de nuestras pretensiones. Lo que realmente necesitamos entender, es que la democracia es apenas la plataforma sobre la cual habremos de iniciar la edificación de nuestras más altas pretensiones.

La edificación de una verdadera democracia será apenas el inicio del camino.

Friday, May 07, 2010

el orden natural de las cosas



No existen verdades absolutas. Con la posible excepción del ámbito de la ciencia y las matemáticas, en el ámbito social no existen verdades absolutas.

Las ideologías predominantes que suelen ser consideradas como tales, suelen ser las que son introducidas en la psique de la población por las clases sociales más poderosas en turno en cualquier sociedad humana. Independientemente del rubro en el cual se dempeñen los individuos que pertenecen a ella -los medios de comunicación, la política, el clero - lo único y más importante que tienen en común es que son la minoría demográfica que controla la mayor parte del capital económico de la sociedad. El único Dios en común que tienen las clases altas es el dinero. Es por eso que en el fondo, las ideologias que esgrimen dichos grupos son en el fondo las mismas y siempre persiguen el mismo fin: preservar sus interes económicos y perpetuar un orden en la sociedad frecuentemente injusto que salvaguarde de la mejor manera posible las condiciones para que los miembros de su clase sigan siendo los dueños del capital.

La forma en la cual dicha ideología es introducida en las mentes de todos los restantes sectores de la sociedad adopta muchas formas, pero la principal vía es aquella en la cual los preceptos que las clases altas desean que el resto de la sociedad adopte para su conveniencia son enunciados en un tono neutro, a fin de que las clases bajas no se den cuenta de la imposición de la que están siendo víctimas. Se trata de adoctrinar a la sociedad sin que esta se de cuenta de ese hecho. Los preceptos ideológicos no parecen entonces adoptar la forma de ordenes e imposiciones - que es lo que son - sino simplemente ser el reforzamiento de los supuestos valores que conforman un supuesto orden natural evidente por medio del cual debe regirse la sociedad.

Las clases altas pueden imponer sus preceptos ideológicos por la fuerza si es necesario, como es el caso de las múltiples dictaduras militares que los Estados Unidos de America colocaron en el gobierno de casi todos los países latinoamericanos con el fin de preservar sus intereses económicos y apagar focos peligrosos comunistas durante el siglo XX.

Es este un ejemplo particularmente aleccionador porque permite ver los dos lados de la moneda del adoctrinamiento mental al que es sujeto el pueblo por parte de los dueños del capital. Se utiliza la fuerza enn el exterior, en zonas marginales que son abandonados por los medios de comunicación con la consecuencia de volverse invisibles a los ojos del mundo, como fue el caso de las dictaduras militares norteamericanas en Latinoamerica en el siglo XX.

Por otra parte, en el interior del país, en donde el derramamiento de sangre sería algo intolerable que provocaría que el pueblo se rebelara violentamente, el adoctrinamiento adopta una postura más suave y sutil. El gobierno, los medios de comunicación, el clero, todos los sectores de la clase alta se alinean para esparcir su ideología como una bruma inolora e inodora a traves del resto de la población, de tal forma que esta no se de cuenta siquiera del adoctrinamiento mental del cual está siendo víctima. Los preceptos son enunciados en un tono neutro pero constante, de tal forma que se reforze en la mente de los ciudadanos que dicha ideología no esta sujeta a crítica alguna, porque simple y sencillamente refleja el orden natural de como deben ser las cosas en la sociedad.

De esta forma se persigue un doble objetivo: aleccionar a las masas mediante un método invisible e inconsciente y descalificar de antemano a cualquiera que se atreva a desafiar dicha ideología, al exponerlo ante los ojos de la sociedad como un loco o inadaptado que desea ir en contra de un supuesto orden natural incuestionable de como deben manejarse las cosas dentro de la sociedad.

Lo cierto es que esto es una ingeniosa y brillante trampa impuesta por las clases altas al pueblo con el fin de mantener vigente la ideología en turno que se adopte de la mejor forma a la preservación y el incremento de sus riquezas materiales, mientras el resto de los sectores de la sociedad se mantienen dentro de una apatía mental permanente y con un cierto grado de paz social que sea compatible con la inmoralidad de las políticas económicas imperantes.

Es importante estar al tanto de este hecho para poder escapar de esta trampa. No existen verdades absolutas en el ámbito social y económico. No existe ningún precepto que no esté sujeto a la crítica y a la réplica. No existe ningún orden natural de como deberían ser las cosas en la sociedad. Es esta una monumental mentira que a lo largo de la historia ha sido utilizada por las clases en el poder como una de sus principales herramientas para mantener el poder.

No hay nada que no pueda ser cuestionado.

Vivo en una sociedad que, en su mayoría es regida por la ética impuesta por la religión católica. ¿Quien dice que los preceptos católicos son correctos o benéficos para la sociedad? ¿No podríamos regirnos por otros preceptos completamente diferentes que sirvieran de mejor forma al progreso de la sociedad? Vivo en un país con más de 40 millones de seres humanos viviendo en la pobreza ¿Será acaso que las políticas económicas neoliberales que nos rigen, lejos de conducirnos al progreso, nos están hundiendo cada vez más con cada sexenio que pasa? ¿A quienes benefician las políticas neoliberales aparte de a las clases acaudaladas situadas en la cima de la pirámide social? ¿No existen otros métodos económicos que podríamos adoptar para comenzar a solucionar el innombrable hecho de tener a 40 millones de seres humanos en la pobreza? ¿No podríamos cambiar el rumbo y comenzar a adoptar métodos políticos y económicos que comiencen verdaderamente a beneficiar a los más pobres de este país? Ante todo el reciente escandalo por la legalización de los matrimonios entre homosexuales y el aborto que en su mayor parte ha sido propiciado por la iglesia católica ¿En realidad tiene la iglesia el derecho de inmiscuirse en materias de índole jurídico que solo le competen a los ciudadanos? ¿Que hay de la separación entre la Iglesia y el estado? ¿El hecho de que la Iglesia este inmiscuyendo sus narices en estos temas no nos acerca a un estado teocrático como los espeluznantes gobiernos islamistas medievales -Irán, Afganistán - en donde el supuesto orden natural de las cosas permite sin ningún reparo el lapidar a una mujer ante la sospecha de haber cometido adulterio?

No existe ningún principio ideológico que no sea potencialmente cuestionable. No existe ningún precepto ideológico que goce de inmunidad ante la crítica.

Los argumentos ideológicos promulgados en un tono neutro por las clases dominantes, aquellos que supuestamente no son argumentos ideológicos sino simplemente el reflejo de ese supuesto orden natural inexistente, son precisamente los argumentos ante los cuales debemos tener más cuidado. Y una vez descubierta la mentira, son aquellos ante los cuales debemos protestar con más energía.
Basta con recordar que hasta hace poco más de 50 años el "orden antural de las cosas" establecía que las mujeres, dada su innata inferioridad con respecto al hombre, no tenían el derecho de votar. Hasta hace poco más de 200 años en los Estados Unidos el orden natural dictaba que dada la innata inferioridad de los afroamericanos con respecto a los blancos, era perfectamente válido el venderlos como mercancía para que trabajaran esclavizados en los campos de algodón. ¿Cuantas de las cosas que actualmente se dan por sentadas en el supuesto orden natural que nos rige serán vistas como abominaciones en el futuro?

Thursday, May 06, 2010

el verdadero dios



El verdadero y único Dios de este mundo es el dinero. Todo lo demás esta superditado a él. Vivimos en una sociedad que juzga la valía individual por el dinero que las personas poseen en su cuenta bancaria. Le hemos otorgado al dinero un valor moral del cual carece y lo hemos colocado en la cima de todas nuestras pretensiones.

Pero ¿Que es lo favorable que puede decirse de una sociedad que ha llegado a este punto? El dinero no tiene ningún valor moral. No es el reflejo necesario de ninguna virtud en especial. El dinero puede conseguirse honestamente o puede conseguirse mediante el fraude, el asesinato y los más bajos medios posibles. Sin embargo, en esta sociedad, poco importan los medios por los cuales las personas accedan a la riqueza material. El solo hecho de poseerla es lo que cuenta y todo lo demás pasa a un segundo plano.

Los medios de comunicación y los publicistas nos enseñan a desear cosas superfluas que no necesitamos. Los medios de comunicación y los gobiernos nos enseñan a temerle a enemigos invisibles e inexistentes. De esta forma se mantiene a las masas sumidas en el miedo y en el eterno deseo por lo superfluo. Vivimos en suma en una sociedad que esta sostenida por pilares ideológicos falsos.

Las ideologías dominantes en todas las épocas son siempre aquellas que son esgrimidas por las clases sociales dominantes. Así ha sido siempre en todas y cada una de las distintas comunidades humanas. En el caso de la época actual no es una excepción por supuesto. La única diferencia es que por primera vez en la historia, las ideologías predominantes pueden infiltrarse de forma global en practicamente todas las comunidades humanas del planeta gracias al desarrollo de nuevas tecnologías en el ámbito de las comunicaciones.

Si bien, la idea de que la riqueza material es un sinónimo o una traducción de ciertas virtudes y valía moral no es un concepto en absoluto nuevo, no es sino hasta época, me parece, cuando la sociedad, casi en su totalidad, se ha rendido en masa ante la idea de que el fín último a perseguir para alcanzar la felicidad es la prosperidad material.

Los origenes de la perversa unión entre el dinero, la felicidad y la valía individual, pueden rastrearse hasta el siglo XVI. Uno de los principales factores que contribuyeron a la conformación de este concepto tiene sus raíces, como tantos otros vicios, en la religión. Desde la escisión de la iglesia católica con la reforma protestante, comenzó a conformarse el concepto de que una vida virtuosa, ordenada y alejada del pecado conllevaba necesariamente a la prosperidad material. De hecho, la religión protesante fue uno de los principales motores invisibles para el monstruoso crecimiento económico de los Estados Unidos de Ámerica. Ya antes Jean Cauvin, Calvino, había hablado de la predestinación, por la cual fue acusado de herejía por la Inquisición. Dicha doctrina establecía que ante Dios, desde el momento del nacimiento, ya estaba determinado quien se salvaría en el Reino de los Cielos y quien ardería en el Infierno cuando llegara el día del Juicio. Por esta razón, los seguidores de Calvino trataban por todas las formas posibles de mostrar en esta vida, que eran parte de esa élite que tendría acceso al reino de los cielos mediante la mayor acumulación de riqueza y bienes materiales, los cuales eran vistos a los ojos de los demás como el signo visible y terrenal de su predestinación al Cielo.

En 1904, Max Weber se dedicó a resumir este matrimonio entre la virtud y el dinero que emergió del protestantismo en una de las obras capitales de la economía: "La ética protestante y el espíritu del capitalismo".

Yo creo que el orden de valores y la ideología que sostiene este precepto en la actualidad es un error. Es evidente que no existe ninguna asociación entre la valía humana y la acumulación de riquezas materiales. Y si bien, no descarto el hecho de que un ser humano valioso puede hacerse de los medios y las cualidades para acumular una gran riqueza y ser valorado por la sociedad por eso, también es un hecho que los medios por los cuales alguien puede hacerse de bienes materiales son ilimitados y en muchos casos, dichos medios distan mucho de estar relacionados con la virtud, la bondad o la verdad.

El problema es que al hacer la equivalencia entre la prosperidad material y la valía moral colocamos en un pedestal cierto número limitado de cualidades que en la mayor parte de los casos son las que llevan con mas frecuencia a la adquisición de riqueza, como lo es la creatividad, la energía, la inteligencia y el ingenio, y todos los demás valores que no suelen ser necesarios, o estrictamente necesarios, para la adquisición de dinero, salen completamente de la ecuación. Simple y sencillamente dejan de existir.

Por otro lado, en esta sociedad se permite tener en una alta estima a un criminal que amasó su fortuna por medio de los más bajos medios, ya que, como dije antes, no le prestamos atención en absoluto a los medios por los cuales se consigue el dinero, sino únicamente a poseer el dinero en sí.

Friday, April 30, 2010

calibre 38



Cuando destendí mi cama aquella noche, estaba ahí. Como lo había estado en los últimos diez días. Un revolver Colt Calibre 38, sin año de fabricación. Sin inscripción alguna. Una sola bala.
En el transcurso de los diez dias precedentes había llegado ya a acostumbrarme a la aparición imposible del revolver a cada momento del día. En cualquier lugar. A toda hora. Como una intromisión siniestra e improbable que rompía la rutina de esos días muertos. Como un remanso a la marea negra que envenenaba mi sangre desde aquella llamada telefónica realizada... diez días antes.
-Esto ya no funciona... Lo sabes.. Se objetivo... Solo nos hacemos daño...
Nada de esto importa ya. Solo ese revolver que aparece intempestivamente a cada momento y con una frecuencia cada vez mayor.
Todas las noches debajo de mis sábanas, alcanzo a adivinar la silueta y el brillo del metal. Destiendo las sábanas y confirmo mis sospechas. En la mesa de un café, justo en el momento en el que mi interlocutor se excusa un momento para ir al baño, bajo la mirada y ahí esta. Al principio, su aparición en lugares públicos me aterraba, de tal forma que me apresuraba a esconderlo a toda prisa debajo de la mesa antes de que mi compañía regresará del sanitario.
Cierto día descubrí que la aparición del revolver parecía no provocar ninguna reacción en las personas que me rodeaban. Tal hallazgo, que dicho sea de paso, me tranquilizo bastante, fue accidental. Me encontraba desayunando en el comedor del hospital, rodeado de decenas de personas, volteé mi mirada un segunda hacia la barra y al volver la vista al plato el revolver plateado estaba ahí, sobre la mesa, tan real y visible como los cubiertos sobre la servilleta.
Los comensales se limitaron a dedicarle un breve momento de atención, solo para recuperar la compostura en un instante y retomar el hilo de la conversación colectiva, la cual, como de costumbre, giraba en torno a los mismos chistes estúpidos y la infinita variedad de rumores que corrían alrededor del personal.
Esta aparición se ha repetido día a día hasta el punto en el que he llegado a considerarla como un elemento cotidiano en mi rutina gris; tan común como el conducir al trabajo o la elección de la ropa del día.
La aparición se va haciendo cada vez más frecuente. Cierto día conducía mi automóvil y mi encendedor cayo accidentalmente hacia los asientos traseros. Al intentar recuperarlo a tientas debajo del asiento, mis dedos chocaron inesperadamente con el frío acero de un objeto cuya identidad conocía de antemano, sin necesidad de tener que sacarlo a la luz.
La angustia me paraliza. La marea negra de mi conciencia se ha apoderado de mí.
Lo único que me queda es la certeza de que mi amigo continuará apareciendo a lo largo del resto de mis días, esperando. Esperando.
Esperando el momento adecuado para cumplir con su inexorable propósito.

Saturday, April 24, 2010

el hombre del desierto




Conduces a través del desierto. Es casi medianoche, no hay una sola nube en el cielo y la luna esta llena. La luz fantasmal y difusa de la luna le otorga al paisaje un aspecto que no es de este mundo.
Te encuentras en el paraje mas desierto de la carretera, aquel que esta mas alejado de cualquier población humana para cualquier dirección hacia la cual te dirijas.
Y sin embargo ahí esta.
Los faros del automovil iluminan algo en el borde la carretera. Al principio la distancia te impide determinar que es lo que se mueve lentamente en el horizonte. Conforme te acercas te das cuenta que una silueta humana camina en tu misma direccion, con pasos lentos y pausados, ajeno completamente al ruido del motor y las luces de los faros.
Te detienes al lado del hombre y bajas la ventanilla del asiento vacío a tu lado.
-Disculpe ¿Adonde se dirige?
-A Santa Inés.
-¿Santa Inés? Eso queda a 450 kilometros en esta dirección.
Una corriente fugaz de aire gélido se filtra a través de la noche y te penetra en los huesos.
-Lo sé -dice el hombre.
-Suba. Yo no voy tan lejos pero sin duda puedo acercarlo a un pueblo cercano en donde pueda pasar la noche.
El hombre sigue caminando y aún no ha volteado a verte. Comienzas a notar su falta de cortesía.
-Esta bien.
Abres la puerta del auto y sube el sujeto, al cual por primera vez, puedes examinar de cerca. Por alguna razón que continuarás preguntandote mucho tiempo después, no puedes determinar su edad. Por momentos parece no tener más de treinta años. En otros parece un anciano con las manos curtidas por la tierra y el salitre. Sus ojos no emiten ningún reflejo. Su única carga es un morral sucio del cual escapa un olor rancio y amargo, que no puedes identificar inicialmente.
Continuas conduciendo por una hora, dos horas, en medio de un silencio impenetrable que se vuelve más insoportable con cada minuto que pasa.
El paisaje continua sin cambios. La luna se encuentra ahora frente a tus ojos y las sombras de las escasas cactáceas -único indicio de vida en el lugar- se prolongan indefinidamente hacia el horizonte, perdiendose entre una bruma que recorre el desierto a ras de suelo.
Es extraño. Has recorrido la carretera cerca de cien veces en los últimos dos años y sin embargo jamás te había parecido tan larga.
Han transcurrido tres horas de camino y aún no llegas al poblado más próximo -Peña Blanca-, en donde deseas desesperadamente deshacerte de tu compañero de viaje.
Tres horas.
Peña Blanca se encontraba a una hora de distancia del punto en donde recogiste al hombre. Debiste haber llegado ahi hace dos horas. El desierto debió terminar hace dos horas para ser sustituido por el ascenso interminable hacia la Sierra Gorda.
Y sin embargo el desierto sigue ahi, frente a tus ojos. Imperturbable como la muerte.
La muerte.
-Aqui me bajo.
En aquel paraje no hay absolutamente nada mas que el desierto infinito y la luna escondiendose tras el horizonte, sin embargo te orillas instintivamente en la cuneta de la carretera y frenas tu automóvil.
El hombre abre la puerta y sale al frío de la noche, recogiendo unicamente aquel morral viejo, del cual escapa ahora un vago sonido metálico.
-Gracias -dice sin más.
Te dispones a cerrar la puerta del coche y arrancar a toda velocidad pero el hombre subitamente se da media vuelta.
-Solo un consejo amigo...
Una rafaga de hielo recorre tu cuerpo.
-Jamás suba a un extraño a su auto.
Acto seguido mete la mano en el morral y saca una daga cuya hoja alcanza a reflejar por un instante un rayo de luz lunar, a pesar de las costras de sangre coagulada que la cubren casi en su totalidad.
Te das cuanta entonces de porque aquel olor te era familiar.
El hombre introduce sin prisa de nuevo la daga dentro del morral, te da la espalda y comienza a caminar en dirección al desierto.
Permaneces sin moverte y enciendes de nuevo el motor hasta que su silueta se funde con la bruma del amanecer desértico.
Pero el amanecer no se acerca. Es la una de la mañana. Faltan dos horas para llegar al poblado más próximo...
Peña Blanca.

Sunday, March 07, 2010

la fábrica de consumidores

Nunca hay que perder de vista que la televisión es ante todo un negocio. Las televisoras son financiadas por sus empresas anunciantes. De esta forma, sus productos - sus programas de comedia, sus telenovelas y noticieros, sus escasos programas culturales, sus reality shows - tienen como finalidad primordial el que los espectadores mantengan encendidos sus televisores de tal forma que en las pausas entre la programación puedan ser expuestos a los anuncios comerciales de las empresas que financian el programa en turno. La televisión recibe sus ganancias de las empresas que exhiben sus anuncios comerciales entre su programación. A cambio de las cuantiosas sumas que estas empresas invierten para que sus spots de treinta segundos sean transmitidos continuamente a lo largo del día, las televisoras le retribuyen a sus anunciantes con consumidores. Le venden su auditorio a sus anunciantes.
Esta es la principal función de las televisoras: transformar a sus televidentes en potenciales compradores de lo que sea que se anuncie en su programación. Es la más grande fábrica de consumidores del planeta. Y esto no es una opinión personal, es un hecho evidente.
El único elemento insustituible en la ecuación del funcionamiento de la televisión es el empresario que invierte su dinero para que los anuncios comerciales de su producto lleguen masivamente a los ojos y oídos de la población. Después de él viene el publicista, quien esta encargado de diseñar una campaña de marketing eficaz que permita que en treinta segundos se despierte una necesidad en el televidente que lo convierta de un simple espectador a un potencial consumidor del producto. Y después del publicista vienen los productores de televisión, encargados de diseñar un programa que resulte lo suficientemente atractivo como para que el auditorio mantenga su televisor encendido durante toda su transmisión. Entre mas espectadores tenga el programa, más televidentes consumirán los productos anunciados, y más dinero podrán solicitarles a los anunciantes a cambio de transmitir sus anuncios durante el programa. Asi de simple. A aquellos que se pregunten la razón por la cual los productos mediáticos televisivos más exitosos suelen ser los de peor calidad, los más denigrantes, los más estúpidos, habra que recordarles que detrás de todo el mecanismo, lo único que persiguen las televisoras es el mayor número de ganacias al menor costo posible, como cualquier otra empresa capitalista. Detrás de la programación de una televisora hay demasiado dinero en juego, de tal forma que los productores dificilmente pueden darse el lujo de transmitir un programa que corra el riesgo de no gustarle a su auditorio, porque al no ser sintonizado, los productos anunciados no se venderán, y en consecuencia los anunciantes simple y sencillamente retirarán sus spots de ese horario con las cuantiosas pérdidas económicas que eso implica.
Si la televisión es una fábrica masiva de consumidores, es necesario también hacer una distinción entre los sectores de la población a los cuales van dirigidas las campañas publicitarias de sus anunciantes. Las grandes empresas que se anuncian en televisión no buscan llegar primordialmente a los sectores pobres de la población, que únicamente cuentan con el suficiente capital para solventar sus necesidades más básicas - una comida y un techo -, sino a aquellos sectores de la población que tienen sus necesidades básicas cubiertas y pueden darse el lujo de destinar parte de sus ingresos al consumo de productos superfluos -automóviles, ropa, fragancias, teléfonos celúlares y el último gadget tecnológico. Es por esta razón que la televisión se enfoca más a promover los lujos de los ricos que las necesidades de los pobres. Por el simple hecho de que son los ricos los que por obvias razones consumen más.

Saturday, March 06, 2010

the drug of the nation




"...Television, the drug of the nation,

breeding ignorance

and feeding radiation..."


La influencia que tiene la televisión en la sociedad en la cual vivo es inmensa. El alcance de su poder es inabarcable. Vivo en un país en el cual las actividades recreativas están practicamente limitadas a mirar obsesivamente la televisión por las tardes y seguir el futból los fines de semana.

La inmensa mayoría de la población del país pasa la mayor parte del tiempo del día trabajando en lo que puede con el fin de reunir el suficiente dinero para subsistir. Al regresar a casa lo único que queda es encender el televisor, poner la mente en blanco y observar pasivamente el programa en turno que se esté transmitiendo en el momento.

Tristemente y como todos sabemos, el promedio de libros leídos per cápita en este país es de un libro y medio al año. Y si tomamos en cuenta que ese libro anual suele ser alguna porquería de superación personal o trata sobre la apasionante crónica del escándalo local de algún "artista" de la televisión caído en desgracia, no nos queda otro remedio que aceptar que estamos perdidos.

Un buen libro le exige una reflexión a su lector. Todo lector sabe que la experiencia de la lectura no es una experiencia pasiva sino plenamente activa y representa un reto intelectual. A medida que transcurre la lectura, el libro va provocando reflexiones en el lector, le exige poner en práctica su criterio y le da la oportunidad de encontrar nuevos matices y enfoques mediante la relectura de un mismo texto. Un buen libro no es unidimensional. Con cada nueva relectura, el lector puede analizarlo desde enfoques completamente distintos dependiendo del momento de su vida en el cual vuelva a caer en sus manos.

Esta es una de las principales diferencias entre el libro y la televisión. Mientras que el libro le ofrece al lector la posibilidad de tomarse todo el tiempo que sea necesario para la reflexión, la televisión consiste en un ininterrumpido desfile de imagenes y estúpidez que el televidente recibe pasivamente sin tener el menor tiempo de digerir lo que esta recibiendo o reflexionar sobre lo que está viendo.

Por supuesto no pretendo generalizar y decir que todo lo que es emitido por televisión es basura o es necesariamente malo por el hecho de ser transmitido por ese medio de comunicación. En este caso me refiere particularmente a lo que transmiten las dos principales televisoras de mi país: Televisa y TV Azteca.

Y en este punto me tomaré la libertad de generalizar: la programación que exhiben estas dos televisoras es de una calidad tan increíblemente mala que resultan un insulto a la inteligencia de toda persona medianamente racional. El hecho de que la población de este país, lejos de sentirse insultada ante la basura que estas dos televisoras ponen ante sus ojos, observe obsesivamente cada nueva telenovela o comedia que es lanzada al aire, es algo que me deprime profundamente. Es un reflejo directo del grado de ignorancia en el cual esta sumida la población y es también un muy convincente argumento para no albergar demasiadas esperanzas de que la atroz situación en la cual se encuentra actualmente la sociedad vaya a cambiar en un futuro remotamente cercano.

La televisión es la razón por la cual la gente se encuentra más al pendiente de seguir la trama de la repulsiva telenovela de la tarde que por preocuparse por el hecho de que este país parezca dirigirse directamente al abismo.

Es la razón por la cual es posible que un ímbecil como Norberto Rivera sea un líder de opinión por el simple hecho de portar una sotana púrpura y ser el cardenal. Si la televisión no le diera tiempo en sus noticieros, sus opiniones no llegarían a los oídos de nadie. Pero como por el contrario, cada mínima declaración que emite después de sus soporíferas homilías dominicales es transmitida en cadena nacional, sus palabras de odio, oscurantismo y estupidez llegan a los oídos de millones de personas que aceptan ciegamente lo que dice este siniestro personaje de la vida nacional.

Los noticieros son un conjunto de reportajes tendenciosos dedicados a dotar a noticias triviales e insignificantes de una supuesta importancia de la cual carecen y por el contrario de ignorar y ocultar las noticias verdaderamente trascendentes tras una gigantesca cortina de información inútil, prescindible y completamente irrelevante.

Tal como dice Noam Chomsky, las grandes corporaciones televisivas son ante todo un negocio y la divulgación objetiva de la verdad a través de sus noticieros no solo no es una de sus prioridades sino que constituye un golpe directo a sus intereses. Es por este motivo que el hecho de que la información presentada por los noticieros de las grandes televisoras resulte el ridículo reflejo de la realidad maquillada e inexistente que las élites del poder pretenden imponer en la mente de sus espectadores no es algo que deba sorprender a nadie:


"Los principales medios de comunicación son grandes corporaciones. Como otras corporaciones, ellas venden productos a un mercado. El mercado son los patrocinadores -es decir, otras empresas. El producto son los auditorios. Para la élite de los medios de comunicación, el producto es, además, auditorios relativamente privilegiados.
Así que tenemos corporaciones importantes vendiendo auditorios bastante ricos y privilegiados a otras empresas. Por supuesto, la imagen del mundo presentada refleja los estrechos y parciales intereses y valores de los vendedores, los compradores y el producto. "




El mantener a la población permanentemente idiotizada por el desfile de estupidez y desinformación circulando ante sus ojos permite que una realidad insostenible e indignante resulte tolerable ante los ojos de una sociedad ignorante y sedada, que bajo otras condiciones protestaría violentamente ante la injusticia y la perversidad con la cual las élites del poder manejan el destino de su país.

Saturday, February 27, 2010

guerrilla artist






“Voy a decir lo que pienso, así que esto no tomará mucho tiempo. El graffiti no es la forma más baja del arte. A pesar de tener que escabullirte por las noches y mentirle a tu mamá, es de hecho una de las más honestas formas de arte disponibles. No hay elitismo o pretensión, se exhibe en algunas de las mejores paredes que la ciudad puede ofrecer y nadie es excluido por el precio de admisión. Una pared siempre ha sido el mejor lugar para publicar tu trabajo. La gente que arruina nuestras ciudades no entiende el graffiti porque piensan que nada tiene derecho de existir a menos que genere una ganancia. Pero si sólo valoras el dinero entonces tu opinión es irrelevante. Dicen que el graffiti asusta a la gente y es un signo de desmoronamiento de la sociedad, pero el graffiti sólo es peligroso en la mente de tres tipos de personas: políticos, ejecutivos de publicidad y gente que escribe de graffiti.


La gente que realmente vandaliza nuestros vecindarios son las compañías que plantan sus anuncios gigantes en edificios y autobuses tratando de hacernos sentir desadaptados a menos que compremos cosas. Esperan poder gritar su mensaje en tu cara desde todos los rincones posibles, pero tú nunca tienes permitido responder. Bueno, ellos empezaron esta pelea y las paredes son el arma predilecta para contraatacar.


Some people become cops because they want to make the world a better place. Some people become vandals because they want to make the world a better looking place."




Friday, February 26, 2010

Die Religion... sie ist das Opium des Volkes








"La miseria religiosa es a la vez la expresión de la miseria real y la protesta contra la miseria real. La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el sentimiento de un mundo sin corazón, así como el espíritu de una situación sin alma. Es el opio del pueblo.
Se necesita la abolición de la religión entendida como felicidad ilusoria del pueblo para que pueda darse su felicidad real. La exigencia de renunciar a las ilusiones sobre su condición es la exigencia de renunciar a una condición que necesita de ilusiones. La crítica a la religión es, por tanto, en germen, la crítica del valle de lágrimas, cuyo halo lo constituye la religión."




-Contribución a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel-


Karl Marx, 1844




Dicha afirmación fue formulada por Marx en 1844. Su vigencia en estos días permanece intacta.


Hace pocos días, pasando de canal en canal, casualmente me topé con un programa local dedicado en su totalidad a la virgen de Guadalupe. La trama no es muy complicada. Los protagonistas se encuentran en algún conflicto y encuentran la solución a sus problemas mediante la divina ayuda e intervención de la virgen. Al final, en los créditos, aparece un cantante de los años ochenta caído en desgracia interpretando una versión moderna de la canción tradicional de "La guadalupana". Un asco total.


Tal como decía Marx desde el siglo XIX, creo que la devoción religiosa de un pueblo es directamente proporcional a su miseria e ignorancia. En un país tan ignorante como el nuestro, el pueblo necesita desesperadamente de la religión para llenar el vacío y la frustración de su existencia.


Lo que es indignante es que las televisoras nacionales - las cuales como sabemos, se caracterizan po cualquier cosa menos por su decencia- lucren con la fe y la ignorancia de la población de este país con el único objetivo de generar más rating.


Yo, al igual que muchísimas más personas en este país, creo que el mito de la virgen de Guadalupe fue un exitosísimo ardid publicitario que los españoles idearon para facilitar la evagelización de la población indígena mexicana. El éxito que tuvo esta estratagema fue brutal y supongo que ni sus mismos diseñadores llegaron a prever el increíble alcance de su invención.


Hasta el día de hoy decenas de millones de mexicanos profesan una fe ciega y absoluta a la virgen de Guadalupe. Es quizá uno de los símbolos más representativos de mi país y un reflejo directo de la ignorancia y la desesperación en la cual se encuentra sumida la inmensa mayoría de la población mexicana.


La virgen de Guadalupe, al igual que cualquier otro ícono religioso es un símbolo. La representación perceptible de una idea. En sus orígenes y hasta el día de hoy representa la supuesta alianza de la divinidad con la población mexicana y la esperanza de alcanzar una mejor vida. Un consuelo fácil para soportar una realidad atroz marcada por la pobreza, la soledad y el desprecio.


Un pueblo sumido en la ignorancia y en la pobreza crónica siempre se verá expuesto a regodearse en la religión como único consuelo y sustituto a la felicidad real.


El opio produce un estado ilusorio y efímero de bienestar total. Es el acceso a un paraíso artificial, tal y como decía Baudelaire. Como sabemos, el opio y sus derivados son las drogas con el potencial adictivo más alto que se conoce. La razón es muy simple: el ser humano pasa toda su vida tratando de alcanzar la felicidad a traves de cada uno de sus actos y esfuerzos. Un solo miligramo de heroína produce una felicidad de una magnitud inalcanzable por cualquier otro método con solo presionar el contenido de la jeringa hacia el torrente sanguíneo. Dicho estado dura seis horas al cabo de las cuales el junkie no pensará en otra cosa más que en la siguiente dosis. Tal y como decía Burroughs, el adicto es un ser con una necesidad absoluta de droga. Todos los actos de su vida se superditan a esa simple premisa.


El papel de la religión en la sociedad es por tanto el equivalente a lo que la heroína es para el junkie.


Monday, January 25, 2010

menos que humanos


Recientemente en la Ciudad de México, la asamblea legislativa aprobó leyes que permiten el matrimonio entre homosexuales así como el derecho de estas parejas a recibir niños en adopción. Considero que tal noticia es un importante logro en hacer llegar las garantías de los derechos humanos más básicos hacia un sector de la sociedad que históricamente ha vivido desde tiempos inmemoriales y en prácticamente todas las sociedades del mundo bajo el sello de la discriminación, la persecución y la condena.


Personalmente no esperaba que dichos cambios tuvieran lugar tan rápidamente en mi país, el cual como sabemos, se encuentra aún sumido en un nivel educativo muy deficiente y bajo la eterna marca medieval de la iglesia católica. Por tal motivo considero un orgullo que México sea el primer país en Latinoamérica en dar este importante paso. Sin embargo, el dar un paso tan grande en un país en el cual amplios sectores de la sociedad aún se encuentran ideológicamente marcados por la discriminación y el prejuicio está dando ya sus primeras señales de alarma.


Como era de esperarse, la iglesia católica tomó esto como un profundo agravio y socavo a su supuesta autoridad moral, por lo cual los primeros pasos de estos cambios sociales no se darán sin una profunda y obstinada resistencia por parte del Cardenal Norberto Rivera y los sacerdotes a lo largo y ancho del país.


La iglesia se ha pronunciado en contra de los cambios utilizando toda esa innumerable gama de argumentos gastados y soporíferos que dicen que el matrimonio entre homosexuales constituye un atentado contra la "sagrada" institución de la familia, debido a que la unión entre dos personas del mismo sexo constituye una violación de las normas naturales, morales, divinas, etc... etc... etc...


La feroz oposición de la iglesia en este tema es como de costumbre una muestra más de que los sacerdotes no terminan de entender que el país en el que viven es un estado laico en el cual el clero no tiene el derecho de entrometerse en temas de índole jurídico.


En sus más recientes declaraciones, el Cardenal se lamenta profundamente de la "prepotencia" de la asamblea legislativa del Distrito Federal al atreverse a aprobar leyes que a pesar de encontrarse plenamente sustentadas por la ley, los derechos humanos y el sentido común, contradicen los "sagrados" principios de la Iglesia.


En otras palabras, para la Iglesia, la prepotencia consiste en sustentar ideas que contradigan la ideología católica. No deja de resultar curioso que una institución que históricamente se encuentra manchada por la sangre de millones y millones de inocentes se atreva a acusar a una asamblea democráticamente constituida de prepotencia por cometer el imperdonable error de promulgar leyes que pugnan por la igualdad de derechos entre los ciudadanos, sin importar su género, preferencia religiosa u orientación sexual. Como de costumbre, la ironía del asunto escapa a la obtusa mente de nuestro querídisimo cardenal.


Recientemente, emitió un comunicado titulado "Asamblea legislativa sin control" en la cual, entre muchas otras, nos ilumina con estas perlas de estupidez:




"De la misma forma han actuado en la reciente legislación sobre el reconocimiento de las uniones homosexuales en calidad de “matrimonios”. La misma Asamblea había ya aprobado un contrato civil para tales uniones, denominado “sociedad de convivencia”, y aunque podría haber algunos cuestionamientos, finalmente pasó sin pena ni gloria. La situación actual es distinta, los legisladores perredistas pasan por encima de una institución fundamental de la sociedad y además ponen en entredicho los derechos humanos al aceptar que las uniones de personas del mismo sexo, como matrimonio, tengan la posibilidad de adopción de infantes, sin tomar en cuenta, una vez más, el respeto a la vida humana en la persona de los más pequeños. Si no le ha importado el valor de la vida en gestación (Ley del aborto), tampoco les importa ahora el respeto a la vida de los niños, por lo que no debe extrañarnos que pronto propongan el extermino de la vida de los enfermos y ancianos bajo la mal llamada eutanasia. Vamos dando pasos agigantados hacia la deshumanización. "




Detrás de toda esta innumerable pila de argumentos retrógradas y prejuicios me parece importante destacar la increíble agresividad ímplicitamente expuesta en el término con el que cierra su queja. Para el Cardenal, el que dos homosexuales contraígan matrimonio constituye un paso hacia la deshumanización. Con lo cual debemos entender que la forma de vida de los homosexuales no solo constituye un distanciamiento de los valores cristianos sino de aquellas cualidades y valores que nos otorgan nuestra más básica condición humana.


¿Que son entonces para el Cardenal los homosexuales? ¿Un término medio entre los seres humanos y los animales? ¿Será que los animales tienen mas valía ante sus ojos ya que estos por lo menos acatan las "leyes divinas" que dictan que la sexualidad únicamente puede practicarse de forma natural entre sexos opuestos ya que su fín último es la procreación? Quien sabe. Todo puede esperarse de la mente de este hombre medieval que sin embargo se sirve del internet para propagar estas joyas de lucidez.


Esta por demás decir que es prácticamente una certeza absoluta que el Cardenal ignora que la etología ha demostrado desde hace décadas que la homosexualidad existe entre innumerables especies animales, lo cual echa por tierra el tan socorrido argumento homófobo que establece que los homosexuales van en contra de las leyes de la propia naturaleza. Sin duda ignora que en múltiples países europeos en los cuales se les permite la adopción a matrimonios homosexuales se ha comprobado desde hace años que los niños criados en el seno de estas familias no corren el riesgo de corromper su mente y condenar su alma al infierno mediante el perverso contacto con parejas homosexuales.


¿Porque el hecho de que los homosexuales deseen contraer matrimonio ha de constituir un atentado contra la "sagrada" institución de la familia? ¿Que acaso no solo estan luchando por poder ser parte de la misma institución que el mismo Cardenal defiende como un pilar básico de la sociedad? ¿Que esto no estaría simplemente ampliando la base demográfica de las personas dentro de la sociedad que viven en el núcleo y bajo el amparo de una familia?


¿Con que posible derecho o bajo que argumento racionalmente sustentado habría de negárseles a los homosexuales su legítimo derecho a fundar una familia tomando en cuenta que su preferencia sexual es únicamente una faceta más de diversidad humana? ¿Que no resulta obvio ante cualquier persona medianamente racional que toda sociedad que aspire a llamarse a sí misma justa y democrática debe garantizarle como primer requisito a todos sus ciudadanos el gozar de los mismos derechos básicos sin importar su género, ideología, clase social, preferencia religiosa u orientación sexual? ¿Y entre estos derechos básicos no se encuentra acaso el unirse en matrimonio con todas las garantías legales que esto implica así como el derecho de formar una familia?


En una muestra más de desesperación, el Cardenal esta haciendo uso de toda gama de técnicas repulsivas en su batalla contra la igualdad y la defensa de los derechos humanos. Una muestra de esto es esta nota en el periódico del día de hoy:




"Como parte de su campaña contra los matrimonios de homosexuales y la adopción de hijos, la Arquidiócesis Primada de México se dio a la tarea de buscar pruebas para demostrar que no son convenientes.
En su semanario "Desde la fe" presentó ayer el testimonio de un adulto -del cual no se proporciona ningún dato personal-, titulado "Mi padre era homosexual", que dice haber padecido abusos sexuales de su padre y la pareja de éste, también hombre.
Detalla cómo, cuando era niño, fue dado en adopción por su madre, debido a problemas económicos. Según el testimonio, el niño vio con normalidad que su padrastro sostuviera relaciones sexuales con él, pues, dice, "no lo vi extraño porque no sabía cómo era la relación papá-hijo.
Pensé que eso era normal".
Sin embargo, agrega, la anormalidad fue que su padre llevó a vivir a su pareja a casa y ambos violentaban la sexualidad del menor."




A este grado de inmundicia moral se estan rebajando los argumentos que la iglesia católica esta empleando para desinformar a la ciudadanía en su afán de convencerla de que los matrimonios homosexuales constituyen un paso seguro hacia la condena de la humanidad a arder en el fuego eterno del infierno. Una vez más es preciso leer entre líneas un mensaje no tan velado detrás de este "comunicado", en el cual nuevamente se pretende hacernos creer que los homosexuales son seres infrahumanos proclives a dudosos placeres como el abuso sexual de menores. Se trata nuevamente de confundir a la sociedad al tratar de fundir en un solo concepto la homosexualidad, la perversión y la corrupción moral y física de "niños inocentes". A modo de sugerencia y si de eso es de lo que en verdad estamos hablando, le sugeriría a la Arquidiócesis que en futuros comunicados nos ilustre con la innumerable lista de abusos sexuales que han perpetrado los miembros de sus propias filas. ¿Que tal todo un comunicado dedicado a los exóticos gustos eróticos de uno de sus miembros más distinguidos: Marcial Maciel, fundador de los legionarios de Cristo?


Al final, toda esta serie de comunicados y declaraciones imbéciles, no solo del cardenal Norberto Rivera sino de otros sacerdotes -como es el caso del arzobispo de Morelia quien no hace mucho declaro que "ni los perros mantienen relaciones entre su mismo sexo"- solo contribuyen a continuar desacreditando la supuesta autoridad moral de una Iglesia cada día mas desprestigiada que al empeñarse en sostener estos argumentos dogmáticos y homofóbicos no hace sino continuar perdiendo adeptos entre los miembros más jovenes de una sociedad que a paso lento pero seguro, da señales de ir avanzando en materia de tolerancia a las diversas manifestaciones de esa diversidad humana que la religión pretende reducir y anular.