Thursday, August 28, 2014

silence = death




"I think music is one of the most healing artforms... you can put your headphones, or a radio in your office desk.... and music can make a move in your day"

Jeff Ament
Music is life, and life is not a business...
Iggy Pop
En la navidad de 1993, mis padres me dieron uno de los regalos más importantes de mi vida, no solo porqué a mis diez años, era algo que jamás pensé en tener, ni por las cientos de horas que lo he usado -ya que lo conservo hasta el día de hoy, sino porqué fue la vía que me abrió las puertas de la música de par en par.
Se trata de un equipo de sonido Sony. Además de radio y cassete, para su época,  era increíble poder tener dentro del reproductor 5 discos compactos simultaneamente. La casa en la que vivía entonces era lo suficientemente grande para poder subir el volumen de sus dos monstruosas bócinas hasta un nivel que hacía cimbrar las paredes de cada rincón de mi cuarto, sin siquiera sobrepasar la mitad del volumen del que aquel monstruo era capaz.
Junto con aquel reproductor recibí también 4 discos: Las 4 estaciones de Vivaldi, Un compendio de música de Bach, otro compendio de música barroca -en donde por error, alguien incluyó la sinfonía No. 40 de Mozart- y la nóvena sinfonía de Bethoven.
No recuerdo cual de los 4 discos escuché primero. Sin embargo recuerdo cual de ellos me hizo subir el volumen hasta cimbrar las paredes de la casa entera: el sherzo de la novena sinfonía de Bethoven.
Antes de que lo fuera dejando a un lado, debido a la llegada del mp3, ese reproductor fue probablemente uno de los objetos que más influyeron en mi vida.
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Hasta donde puedo recordar, mi primera memoria relacionada con la música se remonta a mi infancia, la cual viví en Acapulco y la ciudad de México alternadamente.
No existía aún la autopista. De modo que cada mes o dos semanas, viajabamos en una inmensa suburban blanca -estándar- escuchando una y otra y otra vez 4 cassettes: A Hard Day´s nght, with the beatles, Help.... y Revolver.
Desde entonces -y hasta el día que muera- no concibo la vida sin la influencia, los recuerdos y el amor que le tengo a la música de los beatles. Todas y cada una de las canciones que grabaron.
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Por alguna razón que desconozco -y que no me interesa averiguar- el recuerdo de la primera vez que escuché las piezas musicales o las canciones que han marcado mi vida, es tan intenso, que me es fácil evocar el momento, el lugar y cada mínimo detalle del instante en el cual me encontraba al escucharlas.
El ejemplo que siempre me viene a la mente es una tarde de 1996. A  bordo de aquella Suburban blanca -que también fue el vehículo en donde aprendí a manejar y mi transporte diario  de mi casa a la facultad de medicina por mis primeros dos años de la carrera- regresaba de Coyoacán con mi madre. El sol estaba exactamente a punto de ocutarse tras las montañas del ajusco. En el momento en el cual psabamos exactamente por ese tramo en el cual se encuentra el espacio escultórico y la hemeroteca nacional -dentro de los caminos de la UNAM- comenzó a sonar una canción en la radio Era el 985 FM. Radioactivo. Una estación legendaria en esta ciudad, ya que nos abrió las puertas de todo lo que estaba ocurriendo en el panorama musical de Estados Unidos, de Inglaterra, de Latinoamérica y del mundo entero.
Aquella canción me tocó de una forma que no puedo describir con palabras. Era una canción de los Beatles, sin embargo nunca la había escuchado antes. Algo raro, tomando en cuenta que para entonces,de una forma u otra había escuchado prácticamente cada canción de cada album de la banda. Era una canción hermosa. No era una revolución en sí misma, como "Tomorrow never knows", ni una muestra del genio absoluto de Lennon, como "I am the walrus". Era una canción convencional. Una guitarra acústica marcaba el inicio de 4 sencillos acordes, que por alguna razón, te atrapaban antes de que iniciara siquiera la voz o la percusión. Verso y coro.
Jamás olvidaré aquel momento -como tampoco olvidaré una decena más de recuerdos similares que podría evocar. Tal es el impacto que me produce la música.
Aquella canción no era de los Beatles. No tengo idea de porqué aquella fue la primera idea que me vino a la mente. Aquella fue la primera vez que escuché Wonderwall de Oasis.
2 años después, en Marzo de 1998, Oasis fue también la primera banda a la cual ví en vivo. A partir de entonces, y hasta el día de hoy, he intentado acudir a cada concierto de cada una de las bandas que amo.
El último concierto -en el momento en que escribo estas letras- al cual fui, es también uno de esos recuerdos imborrables de los cuales se que siempre podré evocar hasta el mínimo detalle.
Aunque suene absurdo, no hubiera ido de no haber sido porqué era la única forma de que mi madre dejara que mi hermano menor -Andrés- fuera. Fue también el primero y único concierto de rock al cual  ha asistido mi padre. Y si mi predicción es correcta creo que dentro de unos años, cuando se hable del concierto más importante, mas significativo, más recordado en la historia de esta ciudad, será el concierto gratuito de Paul McCartney en el zócalo de la Ciudad de México.
Tanto Andrés como yo ya habíamos visto a Paul. La primera vez que lo ví, me encontraba pasando por una de las épocas más felices de mi vida. En contraste, la segunda ocasión me encontraba tan mal, y tan desconectado del mundo externo que solo recordé que el concierto era dentro de tres días por una noticia que leí al entrar a Internet.
Esperamos bajo el sol y la lluvia, más de doce horas. Sin embargo, cuando las luces se apagaron, y en una gigantesca pantalla apareció Paul, enfundado en un traje rojo, comenzando a cantar las primeras líneas de "Hello, Goodbye", cada minuto de la espera se fue al olvido.
Paul tocó tres horas. Vi llorar a casi cada persona a mi alrededor en diferentes momentos -diferentes canciones. Vi a personas de todas las edades, pero más que eso, lo que recuerdo es el ver a aquellas personas que llevaban 40 años escuchando a los beatles, sin haber tenido jamás los medios para acudir a un concierto.
Personas que jamás habían acudido a un concierto en su vida, y de cuyos ojos asomaron lagrimas casi una tras otra canción, a lo largo de las tres horas que duró el concierto.

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La música siempre ha estado ahí.
En mis guardias del internado. En mis viajes quincenales de casi doce horas desde la Ciudad de México a la sierra, en Santa Inés, Querétaro, la comunidad donde hice mi servicio social como médico. En los buenos y malos momentos. Ligada casi invariablemente de una forma u otra a todas las personas que en diferentes momentos y formas he querido a lo largo de mi vida.
Por esa razón, nunca he creído en esa acepción común que suele nombrar a la música como "la banda sonora" de nuestras vidas.
Para mí la música es vida en sí misma. Es una extensión de la vida. Una parte de ella. No una simple compañía.

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Esta lista es muy pequeña. Sin embargo jamás terminaría de enumerar las canciones que  significan algo en mi vida.
La música para mí se divide en su simple percepción, y en su interpretación. A los 13 años tomé una guitarra por primera vez. Desde entonces, siempre ha estado cerca de mí.

Paranoid Android - Radiohead 




Wonderwall - Oasis







































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Bullet with butterfly wings - Smashing Pumpkins























Chloe´s Dancer/ Crown of thorns - Mother Love Bone









I am the resurrection - the stone roses












God only knows - The beach boys

A change is gonna come - Sam Cooke








Baba O´Reiley - The Who





Home- Depeche Mode



Karmacoma (Napoli Trip) - Massive Attack

Love spreads - The Stone Roses

Bullet in the head . Rage against the machine

Pumping on your stereo- Supergrass

Loser - Beck

Landslide - Smashing pumpkins (Cover)

Gas Panic - Oasis 

1969 - Iggy Pop and the Stooges











The Seeker - The Who




Ella usó mi cabeza como un revolver - Soda Stereo (Plugged)

















You´ve got to hide your love away
















Rock and Roll Star - Oasis






















Debaser - The Pixies








Here Comes the sun

















































Tender - Blur


























Like a Rolling Stone - Bob Dylan


































How to dissapear completely

 Videotape - Radiohead

Saturday, August 23, 2014

"Si es ésta la hora, no está por venir; si no está por venir, ésta es la hora; y si ésta es la hora vendrá de todos modos. No hay más que hallarse prevenido. Pues si nadie es dueño de lo que ha de abandonar algún día ¿que importa abandonarlo tarde o pronto? Sea lo que fuere."

Hamlet
- Shakespeare -

Monday, August 11, 2014

reflexiones de madrugada

Somos lo que pensamos y lo que hacemos. Pero sobre todo lo que hacemos. Si bien nuestras acciones provienen de nuestros pensamientos, éstos no siempre se traducen en actos. Podemos pensar algo y no llevarlo nunca a la práctica. Podemos actuar mal una vez sin haber pensado las cosas demasiado y sin embargo ese acto puede determinar el curso del resto de nuestra vida. 
Me gusta escribir porque resulta una forma de inmortalizar nuestros pensamientos. Resulta curioso tener el hábito de escribir lo que pensamos. Y revisar nuestros textos de hace 10 o 15 años y notar como hemos cambiado tanto nuestro punto de vista en ciertas cosas. Y como en otras somos en esencia las mísmas personas que siempre hemos sido. O como seguimos pensando lo mismo sobre un tema pero nuestra experiencia va moldeando esos pensamientos hasta cambiar nuestras actitudes y nuestra forma de expresarnos, aunque en esencia las ideas sigan siendo las mísmas. 
Todos podemos morir mañana. Y lo único que dejaremos tras nuestro breve paso por esta vida serán nuestros hijos (aquellos que los tienen) y los recuerdos que hayamos dejado en la mente de las personas que amamos y que nos amaron. Nada más. Nuestro recuerdo estará determinado por nuestros actos y pensamientos. Aquellos que tienen el don de crear dejarán a su paso su arte. Aquellos a quienes nos gusta escribir dejaremos también nuestras palabras. 
Y sin embargo creo que el capital más valioso con el que contamos en esta vida es nuestra capacidad de amar y de recordar.