Todas las canciones anteriores tienen un significado para mí. Las razones de ello son múltiples. Algunas de ellas simplemente marcaron mi forma de percibir no solo la música sino todas aquellas cosas que derivan de ella. O recuerdo el momento exacto en donde estaba al escucharlas por primera vez. Tal fue el impacto que han tenido en mi vida.
Otras -todas en realidad me han acompañado en diferentes momentos de mi vida. Algunas por coincidencia han estado ahí en los puntos más altos y en las horas mas oscuras, diciendome palabras de sabiduría que he captado casi invariablemente, aún cunado no siempre haya tenido la fortaleza de seguir su mensaje. Justicia, sabiduría, fortaleza y templanza. Haca más de dos mil años Marco Aurelio retomó el legado griego recordando las 4 virtudes básicas.
El camino para alcanzarlas es arduo. Es el más dificiil de todos. Porque se adquieren. Se nace con ciertos rasgos de temperamento que pueden propiciar que una persona tenga una fortaleza y una templanza innatas. La justicia y la sabiduría --en particular esta última, de la cual deriva la primera- se adquiere tras atravesar un largo y sinuoso camino.
He escrito esta lista de canciones innumerables veces y cada vez que vuelvo a ella tengo que agregar más y más. Es algo que creo no termina nunca.
Las grandes canciones tienen una peculiaridad más. Algo que descubrí hoy como si fuera la primera vez, aún cuando es muy improbable que así sea.
Tras escuchar una de esas canciones que me han acompañado en un momento determinado y me remiten a el invariablemente que las escucho, descubrí la última frase de la canción. Una canción que he escuchado miles de veces. Sin embargo fue hasta el día de hoy que la fuerza y la belleza de la última frase golpeó mi cabeza como si fuera ácido lisérgico. Esa frase dice simplemente lo siguiente y se repite algunas veces en el coro antes de finalizar la canción:
el autor de esta belleza de canción es uno de los compositores que más admiro en el mundo, a la par de lennon/mccartney, jagger/richards y bowie. Tal como alguna vez David Bowie se dio el lujo de callar al Madison Square Garden en su propio concierto cuando su amigo de toda la vida comenzó a ser abucheado, ese hombre es "The king of new york himself... Mister, Lou Reed..." (En las palabras de Bowie aquella noche). A Lou Reed, al igual que a Dylan y que el resto de esa lista, le tienen sin cuidado esos abucheos ocasionales. Es un ícono no solo de Nueva York sino de la libertad y la innovación en la música. Desde los setenta hizo cosas que hasta el día de hoy pocos tendrían las agallas de repetir, como escribir la más honesta, cruda y desgarradora oda a la heroína y tornar el resultado final en una de las canciones más hermosas jamás escritas.
Sin embargo, dicha frase viene del final de "Perfect Day". E ignoro completamente porqué exactamente el día de hoy, 4 de Junio del 2012, es que que a pesar de haber escuchado esa canción literalmente cientos de veces, esa frase final me alcanzó de esa forma.
Muchos de los grandes músicas que más admiro tienen también esa faceta que por momentos olvido. Bob Dylan podría ser el ejemplio más claro. Hasta el día de hoy escuchar like a rolling stone en aquellas versiones mas desafinadas y apenas audibles, que fueron rescatadas de las presentaciones en las cuales Dylan recorría Inglaterra siendo abucheado en cada teatro en que se presentaba, me sigue produciendo el mismo escalofrío que sentí la primera vez que escuché ese golpe a la batería con el que inicia la canción más icónica de la década de los 60´s.
Al igual que Reed, a Dylan le importaban un carajo aquellos abucheos y aquellas acusaciones de ser un traidor a sus raíces. Es esta una de las características que más admiro de ellos. Nadie los comprendió en su tiempo, fueron abucheados, despreciados por sus primeros fans, destrozados por la crítica.... y sin embargo ellos siguieron haciendo aquella música que con el paso de los años sería reivindicada por el único juez verdaderamente imparcial: el paso del tiempo. El veredicto final que prueba la calidad, la autenticidad y la fuerza de una creación artística mediante pruebas irrefutables que escapan del alcance de los fans del momento o de los críticos - en realidad, a nadie le importa lo que digan los críticos, y para un ejemplo está aquello referido por uno de ellos hacia la obra de Gaugin. Estas pruebas son la influencia de esas creaciones en la obra de cientos de movimientos culturales y bandas posteriores, así como la atemporalidad mísma de las canciones.
De mi lista, hay canciones que ya han pasado con creces esa prueba del tiepo. Otras deberán esperar su turno. Pero todas son importantes para mí, y es que uno de los motores principales de mi vida, en los buenos momentos y en los peores ha sido la música. La música me ha llegado a salvar la vida. En este caso, tanto escucharla y quizá aún más el tocarla.
De todas las canciones que conozco, tenía que ser una canción de los beatles la que tuviera la frase que a mi juicio es la verdad más profunda y sagrada en la que creo.
Debo reconocer que no conocí esta frase a traves de la canción que constituye el último track del último disco de la banda que más ha influenciado mi vida. Mi primer recuerdo data de mi infancia.
Nací en la ciudad de México, pero tres semanas después estaba ya viviendo en Acapulco Guerrero. El Acapulco de fines de los 80. El Acapulco idílico y despoblado, limpio y hermoso que recuerdo y que me llevaría a tener por el resto de mi vida una relación profunda que escapa de la razón con el mar. Con el atardecer en una playa. Con una caminata a traves de esa línea en la cual el agua del mar llega a su máximo alcance y comienza a descender, el caminar esperando ese momento. Y ese instante es ese en el cual el sol se oculta tras el mar, momento en el cual, cada vez que he estado en una playa me siento y contemplo, casi sin parapadear, el trayecto del sol ocultandose tras el horizonte.
Hasta el día de hoy, cuando pienso en el momento y en la visión más hermosa que sea capaz de concebir, esa imagen sigue siendo un atardecer, caminando al borde del mar.
No recuerdo cuantos años tenía exactamente. Acapulco crecía y acababa de inaugurarse un Bar, conocido por todos, que hasta la fecha se encuentra abierto frente a la Costa Azul. Ese lugar era el primer Hard Rock que existió en el país. Además de bajar diariamente a la playa, caminabamos por la costera. Y la primera vez que fui a ese lugar, ahí estaba en letras doradas la misma inscripción que aún permanece en la pared principal. Aquella frase con que los beatles se despidieron del mundo.
Viajabamos constantemente de la Ciudad a Acapulco por la libre, años antes de que existiera la autopista. Crecí en una familia de beatlemanos, por lo cual escuché cientos de veces 4 discos a lo largo de aquellos viajes: With the Beatles, A hard day´s night, Help! y Revolver.
Fue sobre todo este último el cual me causó una impresión más fuerte. García Marquez dice que la primera vez que leyó la frase: "Cierta mañana, tras un sueño intranquilo, Gregorio Samsa despertó convertido en un gigantesco insecto..." se sintió impactado por un rayo y pensó (en sus propias palabras, tal como esta escrito en el "olor de la guayaba") "Carajo, no sabía que se podía hacer algo así.
Algo similar me sucedió al escuchar el Revolver por primera vez. Desde el inicio, con aquel conteo, seguido de alguien tosiendo: "One, two, three, four, one, two...." con que inicia Taxman hasta la belleza de For no One o la genialidad de Good day sunshine. Pero de entre todas, el equivalente a lo que García Márquez relata sobre aquella frase con que inicia la Metamorfosis fue por suuesto Tomorrow Never Knows: Esa épica genialidad en estado puro que inicia con una nota, un acorde hipnótico que no cambia durante el resto de la canción, la interpretación más delirante y genial de Ringo en la batería, aquellos sonidos indefinibles que parecían pajaros pero podían ser cualquier cosa - y en realidad eran la risa de Paul al revés- así como uno de los mejores solos de la historia de la guitarra no solo por su complejidad y su fuerza sino por estar reproducido al revés. Toda esta locura era solo el preámbulo de una de las letras más geniales y originales que John Lennon haya escrito jamás.
Aprendí inglés en segundo de primaria. Pero fue un poco después que frases como
.... terminarían de cerrar el impacto que esa canción produjo en mí.
Cada expresión artística tiene su propio ejemplo. The Catcher in the Rye fue para mí el equivalente literario. El grito de Munch o la obra de Jeromus Bosch y Da Vinci en la pintura. 2001, A space Oddissey, A clockwork Orange y The shining de Kubrick o The last Temptation of Christ lo serían en el cine, así como la última película de un genio que sin embargo, hasta el día de hoy, no agrada a nadie. A mi me impacto de la misma forma que cualquiera de las anteriores: Dreams de Akira Kurosawa.
Volviendo al inicio, el día de hoy, la belleza, simplicidad, perfección y veracidad de la frase de Lou Reed me pegó como un rayo. No sabría explicar el porqué.
Sin embargo, creo que ese es el encanto del arte. Solo a traves de los hombros de gigantes podemos conocer cosas del mundo y de nosotros mismos que nosotros, simples mortales, no podríamos conocer.
Esta madrugada es la frase final del Abbey Road la que suena en mis oídos. No sabría decir si fue la frase la que moldeó mi forma de pensar al respecto o mi forma de pensar se adapta a lo que expresan esas palabras y es la genialidad con la cual un conjunto de palabras que expresanlo que creo, pero que yo no podría haber escrito, lo que hace que ese verso tenga una importancia tan grande para mí.
He aqui una última frase:
I... (...)...y
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