El Contrato Social de Rousseau comienza con esa celebre frase: "El hombre ha nacido libre, y sin embargo vive encadenado en todas partes". Se trata de una afirmación certera y tristemente cierta. Sin embargo, es realmente la persona esclavizada una víctima o por el contrario es culpable de su destino?
La naturaleza del hombre es nacer libre y el defender esa libertad a toda costa a lo largo de su vida. Sin embargo, con el paso del tiempo, su libertad se va viendo cada vez más limitada por una serie de cadenas sútiles e invisibles, que terminan reduciendo esa libertad a una esclavitud disfrazada de la cual, sin embargo, el es el único culpable.
Lo único que puede evitar que esas cadenas invisibles nos aprisionen lentamente hasta reducirnos a esclavos, es la educación y al ansia de conocimiento; No existe nada más peligroso que renunciar a la libertad de pensamiento. Los tiempos pueden ser adversos, y nuestra libertad física puede ser coartada de muchas formas, sin embargo, nadie puede obligarnos a renunciar a nuestra libertad de pensamiento. El renunciar a ella significa renunciar al nucleo de nuestra dignidad y no es válido culpar a nadie por esa pérdida excepto a nosotros mismos.
Es nuestro derecho ser libres. Pero frecuentemente olvidamos que también es nuestra obligación defender nuestra libertad.
Acatar servilmente las órdenes de la autoridad, sin detenerse nunca a reflexionar sobre la sensatez de esas ordenes es un error únicamente atribuible a aquel que así lo permite.
La inmensa mayoría de la población del mundo vive únicamente para servir a alguién más. A cambio de este servicio se contenta con recibir, en el mejor de los casos, lo mínimo indispensable para subsistir. En otros casos recibe aún menos.
Desde la infancia, las autoridades adoctrinan a su población a su supuesto destino, haciendole creer que el vivir para cumplir con sus ordenes es la única alternativa posible, no importando lo absurdas o injustas que estas puedan ser. Es así como la vida entera de un individuo se reduce a servir a su gobierno y a su iglesia.
La responsabilidad de adquirir conocimiento y recibir educación debe recaer en el individuo, y no solo en el Estado, como frecuentemente sucede. A ningún gobierno en ninguna época de la historia le ha convenido jamás tener a su mando a un pueblo educado. Un pueblo instruido es más dificil de manejar, y no esta dispuesto a acatar servil y estúpidamente cualquier orden que se le dé. La impartición de educación por el Estado nunca estará exenta de ciertas limitaciones. Es responsabilidad del individuo el identificar estas limitaciones y hacer todo lo que esté a su alcance por sortearlas. No es una tarea fácil. Los límites que el Estado establece a su población son a menudo muy sútiles y a primera vista no parecen ser lo suficientemente importantes para ser tomados en cuenta. Sin embargo es en la simplicidad y sutileza de estas restricciones en donde se esconde su mayor peligro: Al pasar desapercibidas, permite manipular a las personas sin que estas siquiera se den cuenta de ello.
Una de las verdades más evidentes acerca de la naturaleza del ser humano es que éste vive para acceder al poder, y una vez que lo alcanza, es fácilmente pervertido por el. La aparición de gobiernos e instituciones corruptas como las religiones organizadas es un mal inevitable. Es responsabilidad de los individuos el preservar su libertad ante estas amenazas por todos los medios. La rebelión ante la tiranía o la ineptitud de la autoridad es un derecho ampliamente aceptado en la teoría desde que John Locke lo plasmara desde el Siglo XVII en su Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil. Y sin embargo, es un derecho que con frecuencia se olvida y pocos realmente se encargan de defender y llevar a la práctica. El ser humano ha nacido libre y vive encadenado en todas partes...pero al renunciar a la defensa de su libertad, se vuelve culpable de su suerte.
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