No existen verdades absolutas. Con la posible excepción del ámbito de la ciencia y las matemáticas, en el ámbito social no existen verdades absolutas.
Las ideologías predominantes que suelen ser consideradas como tales, suelen ser las que son introducidas en la psique de la población por las clases sociales más poderosas en turno en cualquier sociedad humana. Independientemente del rubro en el cual se dempeñen los individuos que pertenecen a ella -los medios de comunicación, la política, el clero - lo único y más importante que tienen en común es que son la minoría demográfica que controla la mayor parte del capital económico de la sociedad. El único Dios en común que tienen las clases altas es el dinero. Es por eso que en el fondo, las ideologias que esgrimen dichos grupos son en el fondo las mismas y siempre persiguen el mismo fin: preservar sus interes económicos y perpetuar un orden en la sociedad frecuentemente injusto que salvaguarde de la mejor manera posible las condiciones para que los miembros de su clase sigan siendo los dueños del capital.
La forma en la cual dicha ideología es introducida en las mentes de todos los restantes sectores de la sociedad adopta muchas formas, pero la principal vía es aquella en la cual los preceptos que las clases altas desean que el resto de la sociedad adopte para su conveniencia son enunciados en un tono neutro, a fin de que las clases bajas no se den cuenta de la imposición de la que están siendo víctimas. Se trata de adoctrinar a la sociedad sin que esta se de cuenta de ese hecho. Los preceptos ideológicos no parecen entonces adoptar la forma de ordenes e imposiciones - que es lo que son - sino simplemente ser el reforzamiento de los supuestos valores que conforman un supuesto orden natural evidente por medio del cual debe regirse la sociedad.
Las clases altas pueden imponer sus preceptos ideológicos por la fuerza si es necesario, como es el caso de las múltiples dictaduras militares que los Estados Unidos de America colocaron en el gobierno de casi todos los países latinoamericanos con el fin de preservar sus intereses económicos y apagar focos peligrosos comunistas durante el siglo XX.
Es este un ejemplo particularmente aleccionador porque permite ver los dos lados de la moneda del adoctrinamiento mental al que es sujeto el pueblo por parte de los dueños del capital. Se utiliza la fuerza enn el exterior, en zonas marginales que son abandonados por los medios de comunicación con la consecuencia de volverse invisibles a los ojos del mundo, como fue el caso de las dictaduras militares norteamericanas en Latinoamerica en el siglo XX.
Por otra parte, en el interior del país, en donde el derramamiento de sangre sería algo intolerable que provocaría que el pueblo se rebelara violentamente, el adoctrinamiento adopta una postura más suave y sutil. El gobierno, los medios de comunicación, el clero, todos los sectores de la clase alta se alinean para esparcir su ideología como una bruma inolora e inodora a traves del resto de la población, de tal forma que esta no se de cuenta siquiera del adoctrinamiento mental del cual está siendo víctima. Los preceptos son enunciados en un tono neutro pero constante, de tal forma que se reforze en la mente de los ciudadanos que dicha ideología no esta sujeta a crítica alguna, porque simple y sencillamente refleja el orden natural de como deben ser las cosas en la sociedad.
De esta forma se persigue un doble objetivo: aleccionar a las masas mediante un método invisible e inconsciente y descalificar de antemano a cualquiera que se atreva a desafiar dicha ideología, al exponerlo ante los ojos de la sociedad como un loco o inadaptado que desea ir en contra de un supuesto orden natural incuestionable de como deben manejarse las cosas dentro de la sociedad.
Lo cierto es que esto es una ingeniosa y brillante trampa impuesta por las clases altas al pueblo con el fin de mantener vigente la ideología en turno que se adopte de la mejor forma a la preservación y el incremento de sus riquezas materiales, mientras el resto de los sectores de la sociedad se mantienen dentro de una apatía mental permanente y con un cierto grado de paz social que sea compatible con la inmoralidad de las políticas económicas imperantes.
Es importante estar al tanto de este hecho para poder escapar de esta trampa. No existen verdades absolutas en el ámbito social y económico. No existe ningún precepto que no esté sujeto a la crítica y a la réplica. No existe ningún orden natural de como deberían ser las cosas en la sociedad. Es esta una monumental mentira que a lo largo de la historia ha sido utilizada por las clases en el poder como una de sus principales herramientas para mantener el poder.
No hay nada que no pueda ser cuestionado.
Vivo en una sociedad que, en su mayoría es regida por la ética impuesta por la religión católica. ¿Quien dice que los preceptos católicos son correctos o benéficos para la sociedad? ¿No podríamos regirnos por otros preceptos completamente diferentes que sirvieran de mejor forma al progreso de la sociedad? Vivo en un país con más de 40 millones de seres humanos viviendo en la pobreza ¿Será acaso que las políticas económicas neoliberales que nos rigen, lejos de conducirnos al progreso, nos están hundiendo cada vez más con cada sexenio que pasa? ¿A quienes benefician las políticas neoliberales aparte de a las clases acaudaladas situadas en la cima de la pirámide social? ¿No existen otros métodos económicos que podríamos adoptar para comenzar a solucionar el innombrable hecho de tener a 40 millones de seres humanos en la pobreza? ¿No podríamos cambiar el rumbo y comenzar a adoptar métodos políticos y económicos que comiencen verdaderamente a beneficiar a los más pobres de este país? Ante todo el reciente escandalo por la legalización de los matrimonios entre homosexuales y el aborto que en su mayor parte ha sido propiciado por la iglesia católica ¿En realidad tiene la iglesia el derecho de inmiscuirse en materias de índole jurídico que solo le competen a los ciudadanos? ¿Que hay de la separación entre la Iglesia y el estado? ¿El hecho de que la Iglesia este inmiscuyendo sus narices en estos temas no nos acerca a un estado teocrático como los espeluznantes gobiernos islamistas medievales -Irán, Afganistán - en donde el supuesto orden natural de las cosas permite sin ningún reparo el lapidar a una mujer ante la sospecha de haber cometido adulterio?
No existe ningún principio ideológico que no sea potencialmente cuestionable. No existe ningún precepto ideológico que goce de inmunidad ante la crítica.
Los argumentos ideológicos promulgados en un tono neutro por las clases dominantes, aquellos que supuestamente no son argumentos ideológicos sino simplemente el reflejo de ese supuesto orden natural inexistente, son precisamente los argumentos ante los cuales debemos tener más cuidado. Y una vez descubierta la mentira, son aquellos ante los cuales debemos protestar con más energía.
Basta con recordar que hasta hace poco más de 50 años el "orden antural de las cosas" establecía que las mujeres, dada su innata inferioridad con respecto al hombre, no tenían el derecho de votar. Hasta hace poco más de 200 años en los Estados Unidos el orden natural dictaba que dada la innata inferioridad de los afroamericanos con respecto a los blancos, era perfectamente válido el venderlos como mercancía para que trabajaran esclavizados en los campos de algodón. ¿Cuantas de las cosas que actualmente se dan por sentadas en el supuesto orden natural que nos rige serán vistas como abominaciones en el futuro?