Somos lo que pensamos y lo que hacemos. Pero sobre todo lo que hacemos. Si bien nuestras acciones provienen de nuestros pensamientos, éstos no siempre se traducen en actos. Podemos pensar algo y no llevarlo nunca a la práctica. Podemos actuar mal una vez sin haber pensado las cosas demasiado y sin embargo ese acto puede determinar el curso del resto de nuestra vida.
Me gusta escribir porque resulta una forma de inmortalizar nuestros pensamientos. Resulta curioso tener el hábito de escribir lo que pensamos. Y revisar nuestros textos de hace 10 o 15 años y notar como hemos cambiado tanto nuestro punto de vista en ciertas cosas. Y como en otras somos en esencia las mísmas personas que siempre hemos sido. O como seguimos pensando lo mismo sobre un tema pero nuestra experiencia va moldeando esos pensamientos hasta cambiar nuestras actitudes y nuestra forma de expresarnos, aunque en esencia las ideas sigan siendo las mísmas.
Todos podemos morir mañana. Y lo único que dejaremos tras nuestro breve paso por esta vida serán nuestros hijos (aquellos que los tienen) y los recuerdos que hayamos dejado en la mente de las personas que amamos y que nos amaron. Nada más. Nuestro recuerdo estará determinado por nuestros actos y pensamientos. Aquellos que tienen el don de crear dejarán a su paso su arte. Aquellos a quienes nos gusta escribir dejaremos también nuestras palabras.
Y sin embargo creo que el capital más valioso con el que contamos en esta vida es nuestra capacidad de amar y de recordar.
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