La doctrina del shock es el título del último libro de Naomi Klein, autora canadiense que alcanzó la celebridad en la decada de los 90 gracias a la publicación de No logo, una obra que terminó convirtiendose en uno de los pilares ideológicos del llamado movimiento altermundista.
En esta nueva obra, Klein aborda los mecanismos de los que se sirven los gobiernos del mundo para imponer ideologías dañinas o cambios radicales en sus poblaciones. La tesis de Klein afirma que para lograr que estos cambios sean aceptados o llevados a la práctica, el gobierno suele aprovechar periodos de gran inestabilidad social o servirse de factores distractores que obliguen a la población a mirar a otro lado mientras los verdaderos cambios se están llevando a cabo. De esta forma, para cuando la población se da cuenta del desastre ocurrido es demasiado tarde para reaccionar o hacer algo al respecto.
Los gobiernos del mundo se han servido de este tipo de prácticas desde tiempos inmemoriales.
En su faceta más amigable e "inofensiva" por decirlo de alguna forma, los gobiernos suelen aprovechar noticias o sucesos irrelevantes para desviar la atención pública e imponer grandes e impopulares cambios en la sociedad. En otros casos el estado puede llegar incluso a inventar dichas historias para mantener a la población distraida en otras cuestiones.
La variedad de posibles distractores de los que puede servirse el gobierno es infinita. Por nombrar un ejemplo relativamente reciente de mi país podemos tomar el patético episodio de la histeria colectiva causada por el "chupacabras". Cualquiera que viva en este país lo recuerda, y para aquellos que no están familiarizados con la historia, basta decir que resulta algo tan ridículo y vergonzoso que no tengo la intención de narrar la historia.
Los gobiernos suelen utilizar otros métodos con el fin de ocultar la implantación de cambios dañinos en la sociedad o de disimular su incompetencia. Para tal fin suelen exagerar la peligrosidad de ciertos "enemigos públicos" o bien crear supuestas amenazas terribles con el fin de mantener a la población sumida en el terror.
Tomemos el ejemplo del gobierno de los Estados Unidos de Ámerica, quien a lo largo del siglo XX utilizó sucesivamente al comunismo soviético, el narcotráfico latinoamericano y en fechas más recientes al terrorismo islámico para lograr este fin.
El objetivo de esta estrategia es simple: Cuando se mantiene a la población permanentemente atormentada por el miedo a supuestos enemigos que amenazan la estabilidad e incluso la existencia de la sociedad se logra que todo cambio local parezca trivial e insignificante. La opinión pública permanece constantemente distraida ante el supuesto peligro que representan las amenazas que el gobierno pone delante de sus ojos, permitiendole a éste el desviar la atención de los verdaderos problemas sociales y la incompetencia e incapacidad del estado para resolverlos.
Por otro lado, la creación gubernamental de siniestros enemigos de la sociedad permite que múltiples sectores de la población se unan con la esperanza de crear un frente común y más poderoso para enfrentar la temible amenaza que se cierne sobre ellos. De esta forma se promueve el tan dañino patriotismo y se exalta el orgullo nacional, que erroneamente termina identificandose con la necesidad de alinearse a los mandatos del gobierno que supuestamente lo representa.
El miedo es el principal aliado de los gobiernos despóticos e incompetentes.
El gobierno de mi país ha utilizado como el principal y casi único argumento a su favor sus supuestos logros en la "gran guerra contra el narcotráfico". De esta forma pretende desviar la atención pública de la corrupción e incompetencia que ha caracterizado la administración del actual presidente desde el día que asumió el mando.
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