Friday, May 10, 2013

la justicia ilegítima de la venganza.- reflexiones de George Orwell


Hatred paralyzes life, love releaeses it; Hatred confuses life, love harmonizes it; Hatred darkness life, love illuminates it
Like an unchecked cancer, hate corrodes the personality and eats away it´s vital unity. Hate destroys a man´s sense of values and his objectivity. It causes to describe the beautiful as ugly and the ugly as beautiful, and to confuse the true with the false and the false with the true.
Martin Luther King

Existen muchas razones por las cuales no creo en la venganza.
Creo que el ser humano debe resistir el impulso a llevar a cabo una venganza aún en aquellos momentos en los cuales están sentadas todas las condiciones para hacerlo.
La venganza no nos lleva a ninguna parte. No se trata de un acto de justicia. Se trata de un acto que tiene su raiz en la impotencia y que se lleva a cabo bajo la eterna sombra del odio.
En 1945, George Orwell, en calidad de corresponsal de guerra, visitó, entre otras cosas, un campamento de prisioneros de guerra. Allí fue testigo de como un joven judío de Viena daba una descomunal patada al pie mallugado, hinchado y deforme de un preso que había ocupado un cargo político importante dentro de las SS.
"Sin duda el agredido había tenido campos de concentración bajo su mando y había ordenado torturar y ahorcar. En pocas palabras, él representaba todo aquello que habíamos combatido durante cinco años.
Es absurdo reprochar a un judío alemán o austriaco que devuelva a los nazis el mal sufrido. Sabe el cielo las cuentas que este joven quería ajustar; es muy probable que toda su familia fuera asesinada; y al fin y al cabo, hasta un fuerte puntapié a un preso es  algo insignificante comparado con los horrores cometidos por el régimen de Hitler.  Pero esta escena y muchas otras que vi en Alemania pusieron de manifiesto ante mis ojos que toda esta idea de represalias y castigos es una imaginación pueril. Propiamente no existe esto que llamamos represalia o venganza.  La venganza es algo que uno quisiera realizar cuando y porque uno se siente impotente: tan pronto se elimina esta sensación de impotencia desaparece también el deseo de venganza.
¿Quien no habría saltado de alegría en 1940 solo de pensar que podría ver a oficiales de la SS pisoteados y humillados? Pero cuando ello se ha convertido en posible, su puesta en práctica adquiere un aspecto patético y repugnante."

En el mismo ensayo, Orwell cuenta que pocas horas después de la toma de Stuttgart, entró a la ciudad con un corresposal belga. El belga -¿quien  podría echarselo en cara?- repudiaba a los alemanes con más aspereza que los ingleses o los americanos.

...tuvimos que pasar por un puente estrecho de peatones que los alemanes por lo visto habían defendido encarnizadamente. Un soldado caído estaba al pie de la escalera del puente tendido boca arriba. Su rostro tenía un color amarillento de cera...
El belga apartó la vista cuando pasamos a su lado. Casi al final del puente me confesó que éste era el primer muerto que veía en su vida. Tendría unos treinta y cinco años y había hecho propaganda de guerra cuatro años a través de la radio.

Esta única experiencia de "llegada" fue decisiva para el belga. Su actitud frente a los nazis cambió de raiz:

...Cuando se despidió, dio a los alemanes de la casa donde estuvimos alojados el resto del café que habíamos traído. Seguramente una semana antes se hubiera escandalizado de pensar que iba a regalar café a un nazi. Pero sus sentimientos cambiaron del todo -así me lo dijo- a la vista de aquel pauvre mort al pie de la pasarela: de repente tomó conciencia de la gravedad de la guerra. Si por casualidad hubieramos tomado otro camino para entrar en la ciudad, a lo mejor se habría ahorrado esta experiencia de ver a un único muerto de los -quizá- veinte millones que esta guerra tuvo por resultado.
 ___
George Orwell ignoraba entonces que el número de muertos que dejó la guerra superaba los sesenta millones.
Sin embargo, el quid de sus reflexion en torno a la venganza tiene un carácter universal que no ha perdido su actualidad en un mundo profundamente violento e injusto.
¿Quien no ha sentido en lo más profundo de su ser las ansias de vengarse de todas aquellas personas que le han hecho daño? Nuestra naturaleza humana y nuestro instinto de sobrevivencia nos llevan a albergar el deseo de defendernos de nuestros atacantes. Pero es preciso no confundir la venganza con la justicia.
La venganza tiene su raiz en la impotencia y el odio y por tal razón, necesariamente se aparta del camino de la justicia y la inteligencia. Tal como nos dice Orwell, la venganza es un acto que deseamos llevar a cabo cuando nos sentimos impotentes. Cuando dicha impotencia desaparece, debemos tener la fortaleza suficiente para no responder las agresiones de las cuales hayamos sido victimas con la misma moneda. Fue Gandhi quien dijo la siguiente frase con respecto a la ley del Thalion:

Ojo por ojo y todos quedaremos ciegos.

No se trata solamente de no responder un acto bajo e indigno con otro de la misma naturaleza.
Creo que el perdón es una de las máximas virtudes de las cuales puede echar mano un ser humano en aquellos momentos en los cuales se ve tentado a llevar a cabo una venganza.
Si bien es cierto que nuestros posibles agresores no tenían el derecho de atacarnos o de dañarnos de ninguna forma ¿Que derecho tenemos nosotros a responder el odio con más odio? La venganza no es un asunto de justicia. Es un acto de odio.
Resulta particulamente tentador llevar a cabo una venganza porque nos brinda una sensación de poder sobre nuestros agresores.
Yo me pregunto cual es el poder legítimo del cual podemos echar mano: Agreder a quienes nos agreden y rebajar nuestros actos al mismo nivel de injusticia y vileza de nuestros enemigos, o tener ante nuestras manos todas las condiciones necesarias para vengar un agravio y en vez de agreder, perdonar a nuestros enemigos.
___
Resulta más fácil llevar a cabo una venganza cuando dañamos a nuestros enemigos y después nos desentendemos del asunto y nos negamos a ver con nuestros propios ojos el daño de nuestras acciones.
Es preciso exponernos de una forma u otra al dolor humano para repudiarlo bajo cualquier circunstancia. La contemplación del dolor y el sufrimiento humanos debe despertar en nosotros el sentimiento de compasión.
Quizá sea una aseveración ingenua, pero me resulta difícil  creer que un ser humano permanezca indiferente ante la cruda contemplación del sufrimiento. Aquel que lleva a cabo una venganza y  cuida de no detenerse a contemplar los daños de su acción se está privando de la oportunidad de entender que la venganza no es justicia y que esta es odiosa bajo cualquier circunstancia.
La historia por supuesto, nos demuestra una y otra vez que existen personas que no sienten compasión ante el dolor y la muerte. Tomemos por ejemplo el caso de los grandes dictadores latinoamericanos del siglo XX, como Pinochet en Chile, Videla en Argentina o Rios Mont en Guatemala -recientemente condenado en su país por el crimen de genocidio, una verdadera excepción histórica a la impunidad que disfrutaron casi todos los dictadores latinoamericanos del siglo XX.
En cada caso nos encontramos ante la presencia de asesinos infames y aborrecibles que no se tentaron el corazón al mandar a cientos de miles de latinoamericanos a la tortura y la muerte.
Cientos de militares latinoamericanos de todas nacionalidades fueron entrenados durante el siglo XX en la trístemente célebre "Escuela de las Américas" en Panamá, una academia de torturadores auspiciada por los servicios militares y de inteligencia estadounidenses.
¿Quien podría recriminar a un sobreviente de un campo de tortura el llevar a cabo un acto de venganza en contra de su torturador? Y sin embargo, aún cuando así lo parezca, la venganza no es justicia. Es rebajar nuestros actos a la inmundicia moral de un torturador o un asesino.
El verdadero poder no reside en la venganza, sino en la capacidad de cuidar que nuestros actos no contribuyan a causar más sufrimiento en un mundo de por sí injusto y desalmado y en perdonar a quienes nos agreden, lo cual nos permite mantener nuestra inocencia y nuestra paz de conciencia.

No comments: