Desde siempre se sabe que una de las artes en las cuales deben estar adiestradas aquellas personas que se mueven en el ámbito político, consiste en la capacidad de crear frases y juegos de palabras que sustituyan en los discursos oficiales todos aquellos conceptos que no se consideran políticamente correctos o resultan impronunciables debido a su impopularidad dentro de la sociedad.
Otra de las estrategias de manipulación de la cual suelen echar mano los políticos es la de equiparar un concepto que involucra la implantación de medidas impopulares con otro concepto que resulte amigable a los oídos del público, con el fin de llevar a cabo maniobras que de otra forma serían inmediatamente rechazadas por el consenso de la sociedad.
Mentir, distorsionar la verdad u ocultarla son diversas facetas de la misma maniobra y todas ellas son vitales en la política.
En un sentido más amplio, es hora de ocuparnos de otro concepto universalmente utilizado desde que la política existe como tal. En este caso me refiero al patriotismo.
La historia nos demuestra una y otra vez que la exaltación del patriotismo por parte de los aparatos gubernamentales suele ser utilizada para alinear a todos los sectores de la sociedad bajo una misma causa, algo que dificilmente podría lograrse de otra forma.
Los gobiernos más despóticos, tiránicos e ineficaces son aquellos que suelen utilizar la exaltación del sentimiento patriótico en sus pueblos con el fin de mantenerlos distraídos.
En tiempos en los cuales cunde el sentimiento patriótico, las sociedades suelen alinearse más facilmente a sus gobiernos y acatar las reglas que éste les impone sin sentido de crítica ni mayor oposición.
Resulta vital prestar atención a las maniobras de un gobierno que se encuentra utilizando sus canales de comunicación para ensalzar "el amor y la defensa" de la patria. Casi invariablemente, dicho gobierno pretende manipular u ocultar algo a los ojos de sus ciudadanos mediante el recurso de la exaltación patriótica.
El patriotismo, como ya dije, pretende alinear a sectores diversos de una sociedad bajo una misma causa, anulando las diferencias ideológicas que en otro momento harían de esta una tarea imposible. Sin embargo, encierra otras trampas.
La exaltación del patriotismo tiene también como otro de sus objetivos equiparar la cultura y los miembros de una sociedad con el gobierno que los representa, como si sociedad y gobierno pudieran sintetizarse bajo un mismo concepto.
Existen algunos gobiernos particularmente propensos a recurrir a esta estrategia. Tal es el caso de Irán y otros estados islámicos fundamentalistas en los cuales el gobierno pretende ser una verdadera teocracia. Sin embargo, esto puede ocurrir en cualquier nación del mundo. Históricamente podemos ver ejemplos a lo largo y ancho del mundo durante todo el curso de la historia de la humanidad.
Los Estados Unidos de América es uno de los países en los cuales con más frecuencia se ha utilizado al patriotismo para llevar a cabo todo tipo de intervenciones políticas, económicas y militares -dentro y fuera de sus fronteras- con el consentimiento de la mayor parte de la sociedad. La guerra en Irak bajo la administración de George W. Bush es un ejemplo reciente. Tras una década, resulta cada vez más evidente que dicha guerra derrocó a un gobierno que no poseía armas de destrucción masiva -principal argumento para llevarla a cabo- ni estaba conectado de forma alguna con los atentados terroristas al World Trade Center.
La administración Bush maniobró con suma habilidad para explotar el sentimiento patriótico que recorría los Estados Unidos tras los ataques del 11 de Septiembre del 2001, de tal forma que la mayor parte de la sociedad apoyara una guerra absurda que en otro momento histórico hubiera sido simple y sencillamente rechazada.
Es pertinente recordar que el gobierno de los Estados Unidos tiene la tendencia de exaltar el nacionalismo para conseguir sus fínes desde su fundación, utilizando estrategias que no se diferencían demasiado de aquellas que llevan a cabo las teocracias islámicas fundamentalistas. Basta con observar a detalle algunos de los principales preceptos oficiales que constituyen el nucleo ideológico que difunde el gobierno: "In God we trust", "Gob bless America".
Desde la redacción de la Constitución, los dirigentes de los Estados Unidos han utilizado estas frases permeadas de un claro tinte mesiánico con el fin de alinear y manipular a su sociedad.
Es preciso no caer en la trampa. Gobierno y pueblo son dos conceptos distintos y en ningún momento deben utilizarse como sinónimos. Resulta crucial prestar atención a las acciones de aquellos gobiernos que afirman y repiten esta mentira en sus discursos oficiales. Pues casi con toda seguridad están ocultando algo.
La administración Bush maniobró con suma habilidad para explotar el sentimiento patriótico que recorría los Estados Unidos tras los ataques del 11 de Septiembre del 2001, de tal forma que la mayor parte de la sociedad apoyara una guerra absurda que en otro momento histórico hubiera sido simple y sencillamente rechazada.
Es pertinente recordar que el gobierno de los Estados Unidos tiene la tendencia de exaltar el nacionalismo para conseguir sus fínes desde su fundación, utilizando estrategias que no se diferencían demasiado de aquellas que llevan a cabo las teocracias islámicas fundamentalistas. Basta con observar a detalle algunos de los principales preceptos oficiales que constituyen el nucleo ideológico que difunde el gobierno: "In God we trust", "Gob bless America".
Desde la redacción de la Constitución, los dirigentes de los Estados Unidos han utilizado estas frases permeadas de un claro tinte mesiánico con el fin de alinear y manipular a su sociedad.
Es preciso no caer en la trampa. Gobierno y pueblo son dos conceptos distintos y en ningún momento deben utilizarse como sinónimos. Resulta crucial prestar atención a las acciones de aquellos gobiernos que afirman y repiten esta mentira en sus discursos oficiales. Pues casi con toda seguridad están ocultando algo.
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