Monday, May 06, 2013

la perversión de la democracia en nombre del libre mercado

"El capitalismo ha sobrevivido al comunismo. Ahora se devora a sí mismo"
Charles Bukowski
- El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco -
"La gente iba a las cárceles para que los precios pudieran ser libres"

Eduardo Galeano
 - Dias y noches de amor y de guerra -

"En los bolsillos del pobre la vieja herida..."

Matador
-Fabulosos Cadillacs-
"Los conflictos armados entre naciones nos horrorizan. Pero la guerra económica no es más benigna. Es como una intervención quirúrgica. Una guerra económica es una especie de tortura prolongada. Y sus estragos no son menos terroríficos que los descritos en la literatura sobre las guerras propiamente dichas. No pensamos en esa otra guerra porque estamos acostumbrados a sus efectos letales. (...) El movimiento antibelicista es sólido y rezo porque tenga éxito. Pero no puedo evitar sintir un temor lacerante: el de que ese movimiento fracasará si no llega al raiz de todos los males, es decir, la codicia humana."
Mahatma Gandhi
- Non Violence, The greatest force"-
1926

"Esta crisis es entendida por casi todo el mundo, como resultado directo de esta particular ideología (el neoliberalismo de Milton Friedman y la Universidad de Chicago) que cree en la desregulación y la privatización. (...) La doctrina del shock como estrategia depende de nuestra ignorancia acerca de ella para que tenga éxito. Lo que me parece más esperanzador de la crisis económica actual es que esta táctica se está cansando. Porque el elemento de sorpresa ya no existe. Estamos pendientes de ella y entonces no funciona. Nos estamos volviendo resistentes al shock. (...) Algo para recordar en este momento cuando hay tanto en juego... si queremos respuestas a esta crisis económica que nos conduzcan a un mundo más saludable, mas justo y mas pacífico vamos a tener que salir a las calles y obligarlos a hacerlo"

Naomi Klein, periodista canadiense autora de "NoLogo" y "La doctrina del Shock"
- Extracto de una conferencia a propósito de la actual crisis económica mundial -
En 1989, el historiador Francis Fukuyama pronunció su histórica sentencia, al declarar que la humanidad había llegado al "fin de la historia". Aquella frase, en apariencia disparatada, probablemente hubiera pasado desapercibida o hubiera sido tomada como una broma estúpida de no ser porque detrás de ella tenía el apoyo y la aprobación tácita de Washington.
Fukuyama declaraba que la historia humana había llegado a su fín en 1989, aquel año clave en el cual el derrumbe de la unión soviética anunciaba el fín de la guerra fría y la apertura de los países socialistas a la economía de libre mercado.
El fin de la historia estaba dictaminado en aquel punto en el cual las sociedades humanas estaban determinadas a seguir el mismo y único camino posible hacia el progreso. Se trata de un camino compuesto por dos vías paralelas. La primera de ellas y la más visible y publicitada es la vía política, que esta constituida por la democracia. Hasta aqui no existe problema alguno. El problema comienza cuando prestamos atención a la segunda vía  del mismo camino, la cual no suele pronunciarse en los discursos y se parece más en realidad a una cláusula en letras pequeñas del supuesto contrato hacia la felicidad humana al que aspira el llamado Consenso de Washington: la vía económica, la cual se encuentra constituida por el libre mercado capitalista, más conocido en el tercer mundo con el nombre de neoliberalismo.
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El capitalismo como es sabido fue concebido por primera vez en su acepción moderna por el economista escocés Adam Smith. La "mano invisible" de los mercados económicos supuestamente tendría la tendencia a dirigirse a un estado de prosperidad general sin hacer distinciones.
La historia no tardó en echar por tierra estas ingenuas ambiciones. Los países ricos tendían a enriquecerse y los países pobres permanecían estancados, y la supuesta igualdad que la regulación de la "mano invisible" del capitalismo estaba predestinada a conseguir simplemente brillaba por su ausencia.
La crisis económica mundial que estalló en 1929 terminó definitivamente con la fe ciega en la infalibilidad de la mano invisible.
En la primera mitad del siglo XX, las ideas de otro economista británico - John Maynard Keynes- pugnaban por un sistema capitalista en apariencia más justo, en donde estuvieran sentadas las condiciones necesarias para una repartición mas igualitaria de la riqueza y una mejora en la calidad de vida de todos los sectores de la sociedad.
Sin embargo, fueron las ideas de un economista de la Universidad de Chicago, llamado Milton Friedman, las que habrían de sentar las bases y el rumbo que tomaría la vía económica hasta nuestros días.
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Milton Friedman es considerado el padre del llamado neoliberalismo. Sus ideas quedaron inicialmente sentadas en  "Capitalismo y Libertad", una obra que terminaría siendo el libro de cabecera de prácticamente todos los últimos expresidentes de Estados Unidos así como de la inmensa mayoría de los militares que encabezaron las dictaduras latinoamericanas del siglo XX, sin olvidar a los oligarcas rusos que surgieron tras el fin de la unión soviética y de los altos mandos del aún llamado partido comunista de China, país que en la práctica, comenzó su conversión al libre mercado en 1989, bajo el sello de la brutal represión perpetrada en la masacre de la plaza de Tiananmen.
Friedman sentó los tres pilares ideológicos del neoliberalismo: la desregulación y apertura total de los mercados económicos, con la consecuente falta de intervención estatal en los mísmos, recortes drásticos en el  gasto público en todas las áreas así como la privatización de todos aquellos sectores que tradicionalmente están garantizados por las leyes, como el derecho a la educación y a la salud.
El neoliberalismo, como fácilmente puede vislumbrarse, resulta un conjunto de médidas económicas a todas luces impopulares para un estado democrático y transparente que representa a un pueblo libre.
Es aqui en donde se encuentra la trampa: En el principio -masivamente extendido por Friedman y sus discipulos a lo largo y ancho del mundo- que dicta que el estado ideal para el desarrollo de una sociedad consiste en la unión entre la democracia en el plano político, y el libre mercado o neoliberalismo, en el plano económico.
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Los tres pilares ideológicos del neoliberalismo no solamente son impopulares sino profundamente injustos. Por ello no resulta una sorpresa que la noción de  democracia y  libre mercado, como supuesta aspiración y logro de todos aquellos países en los cuales ha sido implantado el neoliberalismo se derrumba fácilmente al examinar la historia con más detalle.
A lo largo y ancho del mundo, la tendencia de las sociedades humanas se ha encaminado a la conquista de la democracia y a la defensa de la igualdad de todos los individuos ante la ley.
Sin embargo, contrario a lo que las grandes potencias capitalistas encabezadas por los Estados Unidos de América pronuncian como verdades oficiales, ninguna sociedad en el mundo ha votado por implementar de forma democrática las impopulares y dañinas medidas económicas del neoliberalismo.
Al observar con atención los métodos por los cuales el neoliberalismo ha sido introducido en el mundo, nos topamos con guerras, dictaduras, golpes de estado, boicots comerciales y  préstamos condicionados en países sumidos en la miseria. La constante que siempre observaremos antecediendo a la aplicación de las medidas económicas neoliberales es la de una  sociedad sitiada y aterrorizada por dos frentes:  en el plano económico, por el shock que implica la instauración de las médidas económicas neoliberales y en el plano social por ese otro shock causado por la tortura, la persecución y la suspensión de las más elementales garantías del ser humano.
Si la democracia aspira a la igualdad y a la libertad de los individuos de una sociedad así como a su derecho a votar y elegir a sus gobernantes, en el plano económico, el neoliberalismo representa la variante del capitalismo más salvaje y rapaz que la historia humana haya visto.
Su implantación requiere de un estado de conmoción social, una auténtica suspensión de la democracia, la cual ha sido conseguida a base de golpes de estado, dictaduras militares, guerras civiles e incluso la desestabilización temporal que  sigue a desastres naturales -como es el caso del Tsunami en Indonesia o el huracán Katrina en Nueva Orleans, por nombrar dos ejemplos recientes.
El neoliberalismo jamás ha sido elegido en las urnas como la vía económica a seguir en todos aquellos países en los cuales se ha implantado. El neoliberalismo no es elegido por la sociedad, es impuesto. Pinochet en Chile y Suharto en Indonesia -apoyados masivamente por el gobierno estadounidense en el plano político y la Universidad de Chicago en el plano ideológico- fueron los pioneros en introducir una terapia de Shock económica y social para implementar las duras medidas del libre mercado. Las dictaduras militares de extrema derecha impuestas con el consentimiento y apoyo de Washington se encargaron de seguir con el experimento en Argentina, Uruguay, Brasil y Centroamérica. En otros casos el neoliberalismo se ha impuesto -siempre con el apoyo del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial- en países endeudados y profundamente desestabilizados, como es el caso de Bolivia, Polonia y los países de Europa del Este que solían conformar la antigua Unión Soviética. China inició sus primeros pasos en el libre mercado reprimiendo de forma brutal a los emergentes grupos sociales que pedían democracia, reunidos en la Plaza de Tiananmen. Un breve repaso histórico del siglo XX no deja lugar a dudas. El neoliberalismo es impuesto por la fuerza, la desestabilización y el terror, ya sea mediante las bayonetas de Pinochet, los tanques de Tiananmen o el Consenso de Washington, siempre presente en las ayudas condicionadas que presta el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial a aquellos países endeudados que caen en crisis económicas.
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Los gobiernos neoliberales pretenden equiparar ante los ojos de sus ciudadanos dos conceptos que en la realidad no solo son diferentes sino que son mutuamente excluyentes.  La existencia de una sociedad democrática no conlleva la obligación de instaurar el neoliberalismo en el plano económico.  Mientras la democracia es la base de una sociedad igualitaria, el neoliberalismo es la plataforma que permite que los ricos se enriquezcan de forma indefinida y los pobres sean barridos bajo la implacable condena de la miseria creciente y eterna.

Ambrose Bierce escribió en su "Diccionario del Diablo" que la política consiste en el arte de disfrazar un conflicto de intereses bajo la máscara de una elevada lucha de principios.
La política exterior de las grandes potencias capitalistas -encabezadas naturalmente por los Estados Unidos de America-  siempre ha estado encaminada a proteger y multiplicar sus intereses económicos a todo lo largo y ancho del mundo, cuidando siempre de enmascarar esa cruzada insaciable y rapaz bajo otros nombres.
De esta forma, todas  aquellas intervenciones políticas y militares que los Estados Unidos de America realizan sistemáticamente a nivel internacional no son presentadas ante los ojos de la sociedad como las simples campañas de depredación que sustentan su economía, sino como una elevada y noble cruzada -no desprovista de un tinte mesiánico-  que supuestamente persigue garantizar la democracia y la libertad dentro y fuera de sus fronteras.
En los discursos oficiales, Washington no interviene militar, política y económicamente en países libres y provistos del derecho de gobernarse como mejor les parezca, sino que cuidan y salvaguardan sus intereses (económicos)en nombre de la democracia y la libertad.
Nunca atacan a otras naciones, sino que se defienden.  El exorbitante y obsceno presupuesto militar estadounidense no está destinado a un ministerio de guerra sino a un ministerio de defensa. Ya Eduardo Galeano escribió que el plantearse de que es lo que supuestamente se defienden los estadounidenses constituye un misterio tan inexpugnable como el misterio de la Santísima Trinidad.
Por todas estas razones es preciso no caer en la mentira más publicitada por la propaganda estadounidense: Aquella que afirma que la democracia y la libertad en cualquier país del mundo deben acompañarse forzosamente de la implantación en el plano económico de las medidas neoliberales del libre mercado.
El neoliberalismo perpetra la pobreza y encumbra la riqueza. Es un sistema económico que incrementa la desigualdad social y se contrapone en sus principios más básicos a la consecución de un estado realmente libre y democrático.


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