Cada persona posee su propio concepto de felicidad. El mío sería una
especie de estado mental interno que nos permita encarar día a día lo
bueno y lo malo de la vida y disfrutar de las cosas simples. Que nos
permita dominar las circustancias de la vida, para evitar que sean las
circunstancias las que nos terminen dominando.
Para lograr esto, resulta mucho más fácil fijarse metas aparentemente pequeñas pero constantes y tenaces. Metas que quizá solo impliquen las tareas que uno va a realizar en un solo día.
Muchas personas tienden a ver la felicidad como una meta externa. Siempre ubicada en la lejanía y en un futuro incierto. Imaginan que cuando llegue el día en que consigan cierto logro académico, en que encuentren a su "pareja ideal", en que formen una familia, en que consigan determinado trabajo, en que ganen determinada cantidad de dinero, en que alcancen cierto status social.... entonces será cuando alcanzarán la felicidad. Muchos se quedan en el camino. Y los que cumplen su meta descubren la mayor parte de las veces que una vez que ésta es alcanzada, inmediatamente pierde su valor, ya que en ese preciso momento llega el vacío y la necesidad de alcanzar una nueva meta exterior. De nuevo ubicada en la lejanía y en el futuro.
Creo que la felicidad no es una meta a la cual uno llega para quedarse de forma permanente. No existe tal cosa como una felicidad perpetua. La felicidad es elusiva. Se compone tan solo de instantes de nuestra vida. Y a menudo radica en las cosas más simples y no en nuestros grandes planes a futuro. La meta no es lo que debemos perseguir para alcanzar la felicidad. Debemos tratar de disfrutar el camino. Cuando lleguemos y alcancemos nuestros grandes planes, nada nos asegura que éstos mágicamente llenaran nuestras expectativas y nos colmarán de felicidad. Lo más probable es que al llegar a nuestro destino, inmediatamente comenzaremos a desear algo nuevo. Una nueva meta a alcanzar. Lo cual no tiene nada de malo, siempre y cuando la persona entienda que a menudo la felicidad y la mayor parte del tiempo de nuestras vidas esta en el viaje. Y no en el lejano horizonte.
Para lograr esto, resulta mucho más fácil fijarse metas aparentemente pequeñas pero constantes y tenaces. Metas que quizá solo impliquen las tareas que uno va a realizar en un solo día.
Muchas personas tienden a ver la felicidad como una meta externa. Siempre ubicada en la lejanía y en un futuro incierto. Imaginan que cuando llegue el día en que consigan cierto logro académico, en que encuentren a su "pareja ideal", en que formen una familia, en que consigan determinado trabajo, en que ganen determinada cantidad de dinero, en que alcancen cierto status social.... entonces será cuando alcanzarán la felicidad. Muchos se quedan en el camino. Y los que cumplen su meta descubren la mayor parte de las veces que una vez que ésta es alcanzada, inmediatamente pierde su valor, ya que en ese preciso momento llega el vacío y la necesidad de alcanzar una nueva meta exterior. De nuevo ubicada en la lejanía y en el futuro.
Creo que la felicidad no es una meta a la cual uno llega para quedarse de forma permanente. No existe tal cosa como una felicidad perpetua. La felicidad es elusiva. Se compone tan solo de instantes de nuestra vida. Y a menudo radica en las cosas más simples y no en nuestros grandes planes a futuro. La meta no es lo que debemos perseguir para alcanzar la felicidad. Debemos tratar de disfrutar el camino. Cuando lleguemos y alcancemos nuestros grandes planes, nada nos asegura que éstos mágicamente llenaran nuestras expectativas y nos colmarán de felicidad. Lo más probable es que al llegar a nuestro destino, inmediatamente comenzaremos a desear algo nuevo. Una nueva meta a alcanzar. Lo cual no tiene nada de malo, siempre y cuando la persona entienda que a menudo la felicidad y la mayor parte del tiempo de nuestras vidas esta en el viaje. Y no en el lejano horizonte.
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