Monday, April 13, 2015

Eduardo Galeano (1940 - 2015)








Cuando estaba en la prepa llegó a mis manos un libro titulado "El siglo del viento". No recuerdo como me llegó porque hasta la fecha es un libro difícil de conseguir. El libro esta compuesto por pequeñísimos relatos que resumen sin un orden cronológico definido la historia de América Latina en el Siglo XX. Esa historia en la que si están contenidas las dictaduras militares, la tortura, los comandos de la muerte brasileños y colombianos, la escuela de las Américas de Panamá (Fábrica de torturadores auspiciada por la CIA), los asesinatos, los desaparecidos, los cadáveres lanzados al oceáno atlántico durante la dictadura de Videla, las ejecuciones en masa en el estadio nacional de Chile de Pinochet, la pobreza, el papel de los Estados Unidos de América en la política interior de todos los gobiernos de Latinoamérica, la United Fruit Company y la pobreza perpetua de los americanos que vivimos debajo de las fronteras de los Estados Unidos. NADA que me hubieran enseñado en la escuela. Absolutamente NADA. Ese libro cambió para siempre mi concepción no solo de América Latina sino de la historia en general. Mi concepción del mundo y de la historia nunca fue la misma despues de leer a EDUARDO GALEANO y a Noam Chomsky. Con el tiempo fui leyendo todo lo demás. "Las venas abiertas de América Latina" y el resto de sus obras. Galeano era un genio del lenguaje. Tenía el poder de describir en dos parrafos un suceso o un concepto con una contundencia y fuerza que pocos escritores poseen. Podía reducir por ejemplo toda la desolación de la historia de los mineros del cerro del Potosí, en la descripción de una cierta imagen, de una noticia en el periódico o de un pequeño suceso. De ahí el profundo impacto de su prosa. Leer a Galeano es en verdad indispensable, al menos viviendo en esta parte del mundo.
Se va no solo un escritor brillante. Ojala fuera tan simple. Se va uno de esos pensadores y rebeldes latinoaméricanos de los que ya se cuentan con los dedos de las manos.
Descanse en Paz.
Eduardo Galeano.

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