Mi país se encuentra atravesando en estos momentos uno de los escenarios sociales más desastrosos que ha tenido que afrontar en toda su historia reciente.
En los últimos dos años, la violencia ha llegado a niveles inimaginables, conviertiendolo en uno de los paises con más bajas civiles a nivel mundial, solo siendo superado por naciones que se encuentran atravesando una guerra civil.
El crecimiento económico ha sido virtualmente nulo y aún a pesar de la aterradora situación actual, el panorama a largo plazo parece ser aún peor.
El sistema de salud se encuentra al borde del colapso, el nivel de calidad del sistema educativo es ridículo y la ineficacia e incompetencia que ha demostrado el gobierno del actual presidente en todos los niveles es simplemente insultante.
Aunque las causas de este panorama devastador son múltiples, una de las principales razones que han conducido al país al borde del abismo es la campaña que ha enarbolado el actual presidente desde el día que asumió el poder, conviertiendola en su máxima, y casi única, prioridad. Me refiero a la llamada "Gran guerra contra el narcotráfico".
Este tema resulta ilustrativo porque ejemplifica un mecanismo universal que suelen usar todos los gobiernos del mundo en su afán de obtener el apoyo de la ciudadanía, ocultandole al mismo tiempo su ineficacia y corrupción. No se trata pues de una estrategia de manufactura local (Los políticos locales no tienen la suficiente inteligencia e imaginación para ello) sino de un principio universal que se ha utilizado desde siempre y que en ocasiones le reporta buenos resultados al gobierno que lo emplea. En México, la inexcusable estupidez del gobierno ha impedido que aumente su popularidad orillando de paso a toda la sociedad al borde de un precipicio.
Dicha estrategia consiste simplemente en fabricar ante los ojos de la sociedad a un enemigo común con dos fines: infundir miedo y terror entre la población así como unificar diversos sectores en la supuesta necesidad apremiante de combatir dicho peligro.
De esta forma se cumplen varios propósitos. Diversos sectores de la sociedad que normalmente no se unirían bajo ningún concepto, caen en la trampa del Estado y se alinean con los intereses del gobierno. La existencia de un peligro inminente que el gobierno publicita dia y noche como una amenaza aterradora capaz de destruir los cimientos de la sociedad desvía la atención de todos los demás temas de la agenda y hace que los tópicos verdaderamente importantes como la educación, la salud o el crecimiento económico parezcan irrelevantes al lado del monstruo inexistente que amenaza en todo momento con devorarnos.
Mediante esta simple estrategia, el gobierno incrementa su popularidad al proyectarse ante los ojos de la sociedad como el depositario y guardian de los valores y virtudes que es necesario preservar, al tiempo que adopta el papel del único salvador capaz de rescatarnos.
La guerra contra el narcotráfico no es más que un gran farsa, inútil y costosa, que no presta ningún servicio al progreso del país. La estrategia es útil como distractor hasta cierto punto pero todo tiene un límite. La desastrosa administración de Calderón ha sido tan escandalosamente incompetente que esta cortina de humo pierde adeptos día a día, al tiempo que ha sumido al país en una violencia espeluznante que parece no tener fin ni freno.
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