Saturday, September 26, 2009

Si eres mujer y aspiras a sobrevivir en Ciudad Juárez, toma nota...



La primera víctima apareció en 1993. Su nombre era Alma Chavira Farel, una niña de 13 años que apareció muerta en el desierto. Alma fue secuestrada, torturada, violada y asesinada. Trás su muerte comenzó uno de los episodios más negros de la historia de este país.

Las cifras varían dependiendo de la fuente de la cual provengan. En el momento actual suele aceptarse que el número de mujeres asesinadas hasta el momento ronda el escalofriante número de 500 víctimas.

El patrón suele ser similar en todos los casos. Las víctimas son mujeres pobres, que rondan entre los 12 y los 35 años de edad. Empleadas en maquiladoras y otros trabajos extenuantes y miseramente remunerados. El ataque suele efectuarse de camino o de regreso del trabajo. Desaparecen por unos días solo para ser encontradas muertas unos días o meses después en el margen de alguna carretera solitaria o en predios localizados en las afueras de Ciudad Juárez.

Las investigaciones gubernamentales alrededor de este caso han estado marcadas desde el comienzo de los hechos por la ineficacia, la incompetencia y la corrupción. Los perpetradores de estos crímenes sin nombre continúan libres y no parece haber ningún indicio de que algún día vayan a pisar una cárcel.

¿Es acaso posible imaginar lo que estas mujeres sufrieron antés de ser asesinadas? El modus operandi de los asesinos consiste en secuestrar a las víctimas en algún punto del trayecto de su hogar a su trabajo. Tras el plagio, las víctimas parecen ser violadas y torturadas por días antés de ser finalmente asesinadas y abandonadas como basura en algún paraje del desierto de Chihuahua.

La impunidad en la que se han mantenido los autores de estos crímenes inenarrables es indignante. Esa impunidad no es gratuita. Las teorías más incómodas y al mismo tiempo probables para explicar estos asesinatos involucran no solo a jefes del narcotráfico, sino a altos funcionarios del gobierno de Chihuahua. El dinero lo puede todo. Incluso el comprar el silencio tras la muerte de 500 mujeres.

Ciudad Juárez es una vergüenza mundial. No es necesario ir a Afganistán para encontrar los ejemplos más atroces y vergonzosos del odio y el desprecio hacia la mujer. Lo que pasa en Ciudad Juárez es comparable o peor que las lapidaciones públicas de mujeres adúlteras en los países musulmanes.

Procuradores van, procuradores vienen. Todos en mayor o menor grado han exhibido estupidez e insensibilidad en el desempeño de sus funciones. Uno de ellos fue Arturo Chávez Chávez. El se ganaría a pulso un lugar en este triste capítulo de la historia por tener la osadía de responsabilizar en parte a las víctimas por el imperdonable crímen de usar minifalda y vestirse provocativamente, incitando de esta forma a sus verdugos a secuestrarlas, torturarlas, violarlas y asesinarlas.

¿Su receta para solucionar el asunto? Durante su administración, le recomendó a las mujeres de Ciudad Juárez que se abstuvieran de usar minifalda, así como que tomaran clases de Karate y cargaran consigo un Spray de gas pimienta. Y no, no es una broma.

¿Que es lo que pasa en México con estos oscuros funcionarios públicos? Respuesta: Su imbecilidad es premiada con un lugar en el gabinete presidencial. En el transcurso de esta semana, nuestro estúpido Presidente en funciones lo propuso como candidato a procurador general de la República y ese circo de asnos y ladrones que aquí en México nos gusta llamar en su conjunto Senado, lo ratificó en el cargo, todo esto a pesar de las protestas de organizaciones civiles de madres de las víctimas y grupos de Derechos Humanos.

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