Saturday, May 23, 2015

orígenes

Ambos nacieron en lo profundo de la sierra hidalguense, y sobre sus cielos habrían de conocerse muchos años después. 
Mis abuelos fueron amigos antes de que mis padres fueran novios. De no haber trabado amistad, mis padres nunca se hubieran conocido y estas líneas no estarían plasmadas en ningún lugar. 
Mi abuelo Alfonso -padre de mi madre- volaba regularmente desde el aeropuerto de la Ciudad de México hacia la Huasteca Hidalguense, a bordo de su avioneta Cessna. 
Mi abuelo Graciano -padre de mi padre- fue un hombre de negocios que constantemente necesitaba viajar desde la capital a las tierras de Hidalgo. 
Se conocieron en el aeropuerto. Su amistad surgió en las alturas. 
Mi abuelo Graciano solo volaba en aquel avión cuya cabina de mando estuviera bajo el control de mi abuelo Alfonso. 
Reconstruyo en mi imaginación aquellas conversaciones en los cielos, con las memorias que ambos le contaron a sus respectivos hijos. Años después sus hijos serían mis padres. 
Mi abuelo Graciano confiaba en el padre de mi madre como piloto. Pero más allá de eso, sabía apreciar su honradez, su sencillez y su inteligencia. 
Durante aquellos vuelos sobre los cerros de la sierra, mi abuelo Alfonso le hablaba al padre de mi padre de historia, de libros y del resto de sus pasiones. 
Ambos poseían el don de gente y una conversación sin límites. 
Mi abuelo Graciano era huasteco de corazón y serrano de nacimiento.  Un error del destino. Fue un hombre que le daba gusto al gusto, que reía y hacía reir y que conocía el trabajo duro desde su  infancia. En recompensa a su esfuerzo -que fue su vida- el tiempo se encargo de otorgarle un raro don que muchas personas buscan sin encontrar jamás: Vivir y ser feliz en el intento. 
Mi abuelo Alfonso, transitando caminos -y vuelos-  distintos, también conoció el trabajo desde que llegó a la Ciudad de Mexico, proveniente de la sierra siendo aún un niño. Usaba el alcance de su inteligencia para procurarse felicidad, y lidiaba con el mundo mediante su honradez y su palabra. 
Una mirada rápida los hacía parecer dos hombres completamente distintos. Pero para todo aquel que se tomara el tiempo de observar más allá de las apariencias, resultaba evidente que el debate de sus diferencias nutría su amistad en la misma proporción que el encuentro de sus similitudes. 
Mi padre fue el primer hijo varón de mi abuelo, y por tanto, aquel a quien le tocó continuar la tarea de portar su nombre. 
La segunda hija de mi abuelo Alfonso, recibió su nombre de la Cruz de Lorraine, de la misma forma que Aída, la hermana que le siguió tras su llegada, le debe su nombre a una ópera de Puccini. 
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Muchos años después de aquellas primeras conversaciones en los cielos de Hidalgo con las cuales mis abuelos iniciaron su amistad, una niña se encontraba en una acera de la Colonia Lindavista, en la Ciudad de México, rodeada por una multitud de amigas. Distraídas en sus pláticas, ninguna notó una camioneta que apareció a lo lejos y se fue acercando lentamente hacia donde estaban. Finalmente la camioneta se detuvo a unos cuantos metros de su acera y voltearon la mirada.
De la puerta descendió un joven delgado de porte serio y ojos penetrantes. Llevaba amarrado un paliacate alrededor del cuello y un sombrero ocultaba su cabello negro. Aquel era el atuendo que portaba por las mañanas tras ir a montar su caballo con sus hermanos. 
Aquel muchacho serio y delgado se llamaba Graciano, como su padre, por haber sido su primer hijo varón. Tras aproximarse con paso decidido al grupo de chicas que hablaban en la acera, se apresuró a lanzar sin mayor preámbulo una pregunta muy simple:
- ¿Quien de ustedes es Lorena?
Tras un breve silencio, tímidamente, mi madre levantó la mano.
La suma de aquel encuentro y el transcurso de doce años, hizo que un 12 de Septiembre, en un hospital al norte de la Ciudad de México, yo llegara al mundo. 
Cuatro y doce años después, me seguirían respectivamente mis hermanos, Luis Felipe y Andrés. 
Nuestro origen se encuentra en el interior de una avioneta que muchos años atrás surcó los cielos de Hidalgo. Una y otra y otra vez.

1 comment:

ocredeus said...

Continuación del blog...
www.lostscripttum.blogspot.com
(Dos "t"s al final...)