A pesar de que su éxito en Occidente es relativamente reciente, Haruki Murakami escribió Norwegian Wood en 1987. A la traducción occidental se le agregó posteriormente el título "Tokyo Blues".
En uno de los pasajes más conocidos de la novela de Marcel Proust "En busca del tiempo perdido", el protagonista remoja una magdalena en te y tras llevarla a su boca el sabor y el aroma le llevan a rememorar súbitamente, con todo detalle, un pasaje de su juventud.
En la novela de Murakami, el escritor usa la música como el punto de partida.
Toru Watanabe tiene 37 años. Se encuentra en un viaje de negocios, llegando al aeropuerto de Hamburgo. De pronto en la música ambiental comienza a sonar una adaptación de Norwegian Wood de los Beatles. Y es ahí, aún dentro del avión, contemplando las nubes del mar del norte, cuando la música lo lleva a rememorar el punto de partida del resto de la novela.
"Tras completarse el aterrizaje, se apagaron las señales de "Prohibido fumar" y por los altavoces del techo empezó a sonar una música ambiental. Era una interpretación ramplona de Norwegian Wood de los Beatles. La melodía me conmovió como siempre. No. En realidad me turbó. Me produjo una emoción mucho más violenta que de costumbre.
Para que no me estallara la cabeza me encorvé, me cubrí la cara con las manos y permanecí inmovil. Al poco se acercó a mi una azafata alemana y me preguntó si me encontraba mal. Le respondí que no, que se trataba de un ligero mareo.
-¿Seguro que esta usted bien?
-Si, gracias -dije.
La azafata me sonrió y se fue. La música cambió a una melodía de Billy Joel. Alcé la cabeza. Contemplé las nubes oscuras que cubrían el mar del Norte, pensé en la infinidad de cosas que había perdido en el curso de mi vida. Pensé en el tiempo perdido, en las personas que habían muerto. En las que me habían abandonado, en los sentimientos que jamás volverían".
La novela es extraordinaria y sin embargo, este parrafo, en esencia, resume la obra entera.
Toru, el protagonista, resulta un personaje muy parecido a Holden Caulfield, el protagonista de la novela de Salinger.
Sin embargo, Norwegian Wood aborda en esencia la juventud, vista a la distancia, justo en el momento en el cual su evocación implica el recuerdo de aquellas personas que se fueron, ya sea por el distanciamiento o la muerte; Toru escucha Norwegian Wood y por primera vez, más alla de la emoción habitual que le produce escucharla, la nostalgia y la importancia que han cobrado en su recuerdo esas pérdidas, esas personas, esos momentos y experiencias, esos sentimientos que se han ido para siempre, le producen una turbación.
La nostalgia de la juventud y las pérdidas que esto implica es en esencia el tema sobre el cual gira la novela de Murakami.
Al momento de escribir estas líneas tengo 28 años de edad. Aun no volteo la mirada hacia el pasado y percibo ese cúmulo de pérdidas al que el paso del tiempo inevitablemente debe conducirnos.
Aún no tengo la edad suficiente.
Ignoro como se percibe la juventud al mirar hacia atrás, a los 38 años.
Como cualquier otra persona de 28 años, tengo en mi memoria ya un buen número de pérdidas que ha ido cobrando el tiempo.
En un pasaje posterior del libro, Toru evoca a Naoko, su novia de la adolescencia, y refiere como, con el paso del tiempo, cada vez le resulta más dificil evocar su rostro.
A mis 28 años de edad, aún recuerdo cada detalle, cada conversación, cada momento que compartí con las personas que se han ido.
Quizá el paso de los años pruebe esta esperanza como una ingenuidad, sin embargo, al tiempo que entiendo que el transcurso por la vida implica el ir perdiendo instantes, memorias y personas, creo que de la misma forma en que esto es inevitable, aun pese al desgaste de los años, podemos perder ciertos recuerdos pero no la esencia de las personas que amamos en nuestra juventud. Perderemos recuerdos. Quiza la mayor parte de ellos. Pero no aquellos instantes en los cuales fuimos plenamente felices, con esa plenitud perfecta no exenta de inocencia e ingenuidad que solo vivimos en la juventud.
Los momentos perfectos, los días felices, la intensidad del amor que solo vivimos en esos años, el recuerdo de nuestros amigos, los encuentros y desencuentros, las enseñanzas derivadas de la convivencia, del amor y el desamor, de la amistad, de los buenos y malos momentos prevalecerá.
Nuestra memoria es en esencia todo lo que tenemos para contrarrestar el inexorable desgaste del paso del tiempo.
Nuestros recuerdos son los recursos que nos amparan de la muerte, que en esencia es el olvido.
Viernes 6 de Abril, 2012
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