Thursday, September 22, 2011

los ojos de la muerte






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En una interpretación poética, nos dice Carlos Fuentes que el amor constituye nuestra mirada a Dios. Como cualquier interpretación humana de la realidad, es esta una frase subjetiva que se presta a muchas lecturas. El arte refleja la verdad del mundo, pero desde una perspectiva necesariamente subjetiva. No es esta una debilidad sino precisamente la característica del arte que le otorga su matiz elevado.



Siguiendo por un momento a Carlos Fuentes, no es muy dificil llegar al otro lado del espectro. Si existe una mirada a Dios, y es esta el amor, necesariamente existe una mirada a la muerte. Puede decirse obviamente que será entonces el desamor, pero en una acepción más amplia, nuestra mirada a la muerte es esa emoción tan característicamente humana como lo es el amor: la melancolía. Nuestra acercamiento en vida a la muerte. Aquella persona sumida en la melancolía es la que se acerca con más claridad a la muerte.



Evidentemente, si el amor es la pulsión de vida por excelencia, y por tal razón es el amor la emoción que nos hace sentir más vivos y es también el principal motor que le permite a la vida abrirse camino y regenerarse en un nuevo ser -el principal motor y creador de la siguiente generación de vida- la muerte también tiene una pulsión por excelencia y es la melancolía.






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La melancolía ha tenido y tiene muchos nombres, y aunque no es una emoción tan visible como el amor -ya que el ser humano, al temerle, la oculta e ignora como puede- es tan inherente a nuestra condición como el amor y tan frecuente también.



Desde la antigua Grecia tenemos registros del interés del ser humano por la melancolía. Hipócrates hablo de ella y el propio término proviene de la vieja teoría de los humores corporales, sienda la melancolía, la bilis negra, y ya desde entonces considerada el reflejo de una enfermedad.



En 1621, Robert Burton, bibliotecario de la Universidad de Oxford, publicaría el mas grande intento humano de disecccionar esta emoción emprendido hasta entonces: "Anatomía de la melancolía", una de las obras capitales de las letras inglesas.



Basicamente cada cultura y sociedad humana le ha dado su propia interpretación a la melancolía y en general siempre ha sido considerado un estado patológico. Una pulsión cuyo destino final es la muerte.



Porque la melancolía puede generar obras artísticas de todo tipo, pero a fin de cuentas, aquel que la padece, mas tarde o temprano, esta destinado a morir, a menos que espontaneamente desapareazca o se libre de ella por algún medio.






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El ser humano es fragil y no existe nada que le genere mas temor que la muerte. El hombre común le teme a la muerte. Es una respuesta casi universal. Y es por esta razón que el ser humano trata de huir de la melancolía por todos los medios a su alcance.



Podríamos afirmar que la religión es en esencia, un dulce engaño que el hombre creo con dos fines principales. A reserva de la diversidad entre cada religión, existen por lo menos dos objetivos claramente definidos que todas comparten: Prometer una vida eterna basada en la fe, lo cual le otorga un sentido a nuestras vidas. Un sentido artificial e inconsistente que sin embargo el ser humano tuvo que crear para disminuir la emoción derivada de el no encontrarle un sentido a la propia existencia: Angustia. El segundo objetivo que persigue la promesa de la vida eterna es evidentemente el no morir: el negar la existencia de la muerte mediante la dulce visión de una vida idílica que nos espera tras nuestra penosa vida terrenal. Este segundo objetivo tiene como fín el disminuir la emoción que la muerte le provoca al hombre: Miedo.



Es esta la base de casi toda religión: Engañarse fervorosamente mediante la creencia ciega de preceptos insostenibles que sin embargo atenuan nuestra angustia al sin sentido de nuestra existencia y nuestro miedo a la muerte.

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