En Irreversible, la película de Gaspar Noé, se repite una y otra vez una frase: "El tiempo lo destruye todo". Nunca he creído en esa frase. El paso del tiempo puede destruir, pero al mismo tiempo crear, y en una acepción amplia, sería más correcto decir que el tiepo lo transforma, lo cambia todo.
Casi desde que tengo memoria, tengo el hábito de leer y escribir. Siempre he tenido una libreta en la cual, a lo largo de mi vida he escrito mis pensamientos. Nunca ha sido un diario. Nunca he tenido uno. Son pensamientos al aire, inconexos, que tratan sobre muchos temas completamente diferentes los unos de los otros.
No conservo todas las libretas, que en total deben ser unas seis o siete. Conservo unas tres o cuatro.
Muchos de los textos que contienen se encuentran en este blog.
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Es cuerioso releer esos escritos diez, doce o quince años después. Muy pocos están fechados, por lo que solo puedo estimar que escribí esto a los 16 o 17 años:
¿Que es lo que sigue? Supongo que una burda simplificación del asunto sería esta: Uno es joven. Fuerte, lúcido, ágil. Durante la adolescencia adquirimos una feroz e insospechada consciencia de nosotros mismos. De nuestra individualidad. Y sin proponernoslo, observamos de una forma casi intuitiva que la forma en la cual los adultos manejan muchos aspectos del mundo -nuestro mundo- es estúpida y equivocada. Nosotros queremos cambiar las cosas. Y si no, por lo menos mantenernos lejos de las garras de esa mediocridad y sedación que en el futuro amenza con devorarnos.
Los años pasan y en formas sutiles y apenas perceptibles esa rebeldía juvenil del pensamiento se va debilitando. Al momento de escribir estas líneas me siento vivo. Siento una vitalidad que me lleva a escribir estas líneas. En diez años espero sentir esa vitalidad.
No existen límites marcados y bien establecidos de como debe vivirse una vida. De cuanto debe durar. Ser anciano debe tener sus ventajas. Pero no es para mí. Yo quiero que la muerte me encuentre en el último minuto de mi juventud. No quiero vivir sedado. No quiero vivir por vivir.
El destino existe... hasta que llega. Tal como dijera Jaime Sabines.
No puedo descalificar de entrada estas líneas como una estupidez, tomando en cuenta la edad que tenía cuando las escribí. Los seres humanos somos extraordinariamente parecidos. Me parece que aún no conocía la música de The Who en ese entonces, pero esa forma de pensar no es más que esa etapa de la juventud que Pete Townsend resumió en una línea de la letra de My Generation:
"I hope I die before get old"
Con el paso de los años esa forma de pensar fue cambiando y ya no creo en ella.
Una de las pocas anotaciones en estas libretas que si esta fechada corresponde al 26 de Septiembre del 2004. Esto es lo que dice:
Nuestra vida entera se nos va en la permanente búsqueda de la felicidad. Lo curioso es que la felicidad más pura de todas no se encuentra en las grandes empresas, sino en los sutiles detalles que realmente importan.
La vida no es tan complicada como a veces parece. Porque lo mejor de ella está en las cosas más simples. El secreto es saber donde buscar. Un buen lugar es buscar la felicidad procurando la felicidad de quien amas.
Aunque necesariamente incompleta, ocho años después de escribir esto, sigo creyendolo. Es una afirmación incompleta porque si bien, procurar la felicidad de la persona que amas te da felicidad a la vez, es preciso buscar esa felicidad o ese bienestar en uno mísmo, antes de buscarlo en alguien mas. Y es un error el creer que la felicidad se encuentra únicamente en esa tarea de hacer feliz a las personas que quieres a tu alrededor. Sin embargo es un pensamiento más cercano a la forma en la que pienso hoy en día.
Al final creo que son dos cosas las que hicieron que esa idea de morir joven cambiara. El ir conociendo lo que es el amor, a lo largo de diferentes etapas de mi vida. El saber lo que es amar a una persona. El llegar a una edad en la cual por primera vez pensé en lo que deber significar ser padre. Y eventualmente tener el sueño de tener una hija.
La otra fue mi amor por la medicina. Ese momento en el cual esas dudas con respecto a la carrera que elgí se disolvieron y supe que ser médico era la mejor elección de mi vida.
Eso lo descubrí en la sierra, en un poblado que no aparece en los mapas, y a donde no es posible llegar por una carretera pavimentada: Santa Inés, Querétaro.
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Este escrito, lo redacté al ingresar a la carrera de medicina, en un momento en el cual dudaba de la decisión que había tomado, ya que entré a Medicina con la idea de hacer psiquiatría, por lo cual pasé por muchas materias que odiaba. Lo que refleja es esa inertidumbre.
Fue hasta el servicio social que realmente supe lo que es ser médico. Y también se disolvieron todas mis dudas sobre si fue un error el haber elegido Medicina
Si algo me define el día de hoy es lo que he tenido la oportunidad de hacer como médico y mi amor por la medicina.
Al ingresar a Psiquiatría corroboré también que no me había equivocado.
Hay pocas cosas que pueda afirmar con certeza. Una de ellas es que amo la medicina y la psiquiatría.
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Con el paso del tiempo también entendí que hay ciertas lecciones y enseñanzas que no esposible conocer mas que en la adversidad. Se cuentan entre las lecciones más valiosas, ya que, cuando estamos inmersos en la adversidad, nos es muy dificil tener la templanza para reconocer esas lecciones y esa sabiduría. Por otro lado, aún cuando la reconozcamos, no todas las personas que lo logran sobreviven esa adversidad y viven para contarlo.
Por lo pronto, la vida continúa, y mientras esto sea cierto, siempre habrá una libreta cerca.
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