Thursday, March 29, 2012

lecciones de tolerancia

No me gusta la palabra tolerancia, pero no encuentro otra mejor. El amor empuja a tener, hacia la fe de los demás, el mismo respeto que se tiene por la propia.

Gandhi

El creer en la libertad como el más sagrado principio, implica también el practicar todos aquellos conceptos que derivan de ella.
En este caso en específico me referiré a la tolerancia, entendida como nuestra capacidad de disentir con las creencias de otras personas sin atacarlas -independientemente de si nosotros recibimos el mismo trato o no.
Personalmente no creo en las religiones organizadas, y con respecto al concepto de dios me cuento dentro del grupo de los agnósticos, que a los ojos de muchas personas es un término indistinguible del ateísmo, aún cuando son conceptos muy diferentes.
Soy agnóstico porque, a pesar de que no creo en la existencia del Dios moral que promueve el cristianismo, el judaísmo y el islam, debo reconocer que no tengo los elementos necesarios para poder negar su existencia con certeza -como lo haría un ateo.
El ateísmo se basa esencialmente en el mismo principio que la religión: afirmar algo sin tener las pruebas para hacerlo.
En todo caso, a pesar de ser agnóstico no tengo problema alguno en decir que no creo en el Dios moral en el cual se basan la mayor parte de las religiones del mundo.
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Resulta interesante releer textos de hace unos años, porque puedo darme cuenta de la forma en que mis creencias han ido cambiando, y en otros casos, permanecen en esencia sin alteraciones, sin embargo la forma de expresar mis conceptos ha variado.
He escrito innumerables textos acerca de la religión en este blog. Creo que uno de los puntos principales que no tolero de ellas es el estar fundamentadas en dogmas insostenibles por la razón y en esa doble moral con la cual inmediatamente proclaman ser víctimas de una persecución ante la menor opinión en contra, al mismo tiempo que su misma esencia se basa en una supuesta infalibilidad a todas luces absurda con la cual los sacerdotes creen tener los fundamentos para emitir opiniones inmunes a la crítica que promueven la misoginia, la desigualdad entre ambos sexos, la homofobia y la intolerancia religiosa.
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De cualquier forma, aunque nunca los borré ni pretendo hacerlo, existen dos textos que me arrepiento de haber escrito, por lo menos de la forma en que lo hice, ya que aunque reflejan mi opinión, caen en el mismo error en el que incurren las religiones que critico. Es decir, la intolerancia del cristianismo y el islam.
Si bien no todo el contenido de ambos textos va por la misma línea, ambos contienen partes demasiado agresivas y que el día de hoy considero incorrectas. Hay una frase en particular en uno de los dos textos que es probablemente la peor expresión que he plasmado en todos los textos de este blog.
No concuerdo ni creo en las religiones organizadas, y en particular en quienes las dirigen, pero respeto a las personas que deciden profesar una religión.
Y creo que siempre es necesario hacer la distinción entre lo que significa creer en Dios y practicar una religión, dos conceptos que a menudo se toman como sinónimos, cuando son conceptos absolutamente diferentes.
La forma en la cual los líderes religiosos equiparan estos conceptos proclamando que el creer en un Dios implica necesariamente seguir los preceptos de su religión es una de las principales razones por las cuales las desapruebo absolutamente.

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