Sunday, October 28, 2012

el más horrendo crimen: la violencia a la mujer

 
De toda la infinita variedad de actos deleznables que el ser humano es capaz de hacer, en lo que a mi respecta, el peor de todos es la violación. La violación a la mujer, al hombre, y en su variante más perversa e infame, a un niño.
La violencia hacia la mujer en general me horroriza. Y la violación constituye para mi el pináculo de la maldad y el odio que se puede ejercer en su contra. Por encima inclusive del asesinato.
En mi país se perpetran cada año un número espeluznante de feminicidios, que usualmente van precedidos por la violación. Principalmente en la frontera con los estados Unidos de América y el Estado de México.
No es ningún misterio el aclarar la razón de esta particular ubicación geográfica. Son las zonas en donde el negocio del narcotráfico se concentra y en donde los diferentes carteles se disputan el poder.
Son por tanto las zonas en donde los sicarios que constituyen el primer frente de choque de este negocio se pasean por las ciudades y carreteras, secuestrando mujeres inocentes una noche cualquiera, con el fin de violarlas y asesinarlas solo para terminar arrojando su cuerpo como si fuera basura en un paraje desierto.
La solución a este problema no es aumentar la seguridad con la intención de ir detrás de estos asesinos salvajes y despreciables. Despreciables en toda la extensión de la palabra. Despreciables a falta de un adjetivo en el idioma castellano que alcance a expresar el repudio que me merecen.
La solución es fomentar en la sociedad el respeto a la mujer en todos los niveles. En la familia, en las escuelas, en los medios de comunicación masivos que tanto contribuyen a degradarla de todas las formas posibles, ya sea reduciendola a ser un mero objeto sexual o difundiendo de una forma apenas encubierta la idea de que su lugar está en el hogar y no en los puestos laborales, políticos, en las escuelas, en las universidades y en todas y cada una de las areas en las que el hombre se desempeña profesionalmente, no solo con pleno derecho a ello sino en plena igualdad de condiciones.
La solución no es perseguir y castigar al violador una vez que la mujer ya ha sido violada y probablemente asesinada. La cuestión fundamental es crear una sociedad que respete, valore, glorifique la inabarcable belleza e inteligencia de la mujer.
La solución es construir una sociedad en donde  el respeto y amor a la mujer impida que aparezca un violador.
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Menciono la palabra amor. Puede sonar como una idea ingenua. Se suele hablar de fomentar el respeto por la mujer en la sociedad. En mi opinión el respeto a la mujer implica necesariamente al amor.
Al hablar acerca de la violencia a la mujer y de la necesidad apremiante de hacer algo por defender sus derechos y protegerlas de la barbarie y la violencia de las que son víctimas, pienso que  crear y renovar ese amor desde el seno de la familia, en cada nueva generación  es lo único que la pondrá a salvo, y no se trata de un concepto intrincado. Se trata solo de combatir el odio con su contraparte.
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La discriminación debe ser combatida sin rencor. Esta es una idea en la que creo y a la que he llegado a base de hacer lo contrario. Responder con esa rabia que proviene del dolor, en un vano intento por defenderme y denunciar la discriminación, y observar como las cosas no funcionan de esta forma.
Debe también ser atacada por todos los sectores de la sociedad, no solamente por sus victimas.
No es un secreto que las personas que sufren discriminación se ven tentadas a guardar un rencor perpetuo a aquellas otras que les hicieron daño. Sin embargo, por más dificil que sea esta tarea, deben despojarse de ese rencor si aspiran a emprender la ardua tarea de defenderse de la discriminación de una forma efectiva. No se puede atacar la discriminación guardando odio y rencor hacia las personas que nos oprimen, que nos obstaculizan, que nos agreden. Sencillamente porque ese rencor nos impide ser objetivos, ser eficaces, defendernos de una forma inteligente. La razón por tanto es una cuestión de principios, pero ante todo, una cuestión pragmática.
Esto es algo que debe saber toda persona que esta siendo discriminada y que debe comprender con empatía aquella otra persona que observa, y que idealmente también lucha a la par de la víctima, pero sin sufrir en carne propia los daños.

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